La Virgen de los Reyes es la patrona de la Archidiócesis de Sevilla desde el año 1946, procesionando cada mañana del 15 de agosto al rededor de la Catedral de Sevilla. Existen muchas historias al rededor de cómo llego la talla de esta imagen a Sevilla, teniendo todas como denominador común al Rey Fernando III el Santo.
La tradición oral que más ha perdurado es la que cuenta que el Rey Santo tuvo una visión en la que se le aparecía la noche antes de que éste conquistara Sevilla. En ella, la Virgen le decía «Fernando, por tu gran piedad, yo te prometo que habrás de conquistar Sevilla«. Y tal y como le prometió la Virgen, éste consumó la conquista de la ciudad al día siguiente.
Este hecho marcó tan profundamente al Rey San Fernando, que ordenó a varios escultores una imagen de la Virgen que reprodujera la que él vio en la visión antes de conquistar la capital hispalense. San Fernando terminó por desechar varias esculturas por no parecerse a la que se le apareció en sueños. Pero todo cambió con la llegada de tres jóvenes escultores que se encontraban en un viaje artístico.
El Rey les acogió, y ellos se ofrecieron a tallar una imagen de la Virgen para una de sus capillas del Real Alcázar de Sevilla. La única condición que le dieron al Rey Santo es que pudieran trabajar «sin ser vistos y sin que nadie les molestase», algo que San Fernando y su corte cumplieron a rajatabla.
A las pocas horas, una de las sirvientas del Rey escuchó una música celestial en la habitación en la que estos tres jóvenes se encontraban trabajando. Tras mirar por la cerradura, ésta se dio cuenta de que no estaban trabajando, sino cantando plegarias junto a un gran resplandor. La sirvienta acudió rápidamente a avisar al Rey quien, después de entrar en esta habitación, solo pudieron apreciar la imagen de una Virgen.
Ninguna persona de la corte del Rey, ni si quiera los centinelas del Real Alcázar vieron salir a ninguna persona, por lo que pensaron que eran ángeles que habían dejado un regalo divino al Rey. El cardenal Don Remondo ordenó que esta imagen se colocara en la capilla del Real Alcázar, bautizándola como se la conoce desde entonces: La Virgen de los Reyes, por su vínculo con Fernando III el Santo.