El Cristo de las Aguas camino de la calle Arfe/Ángel Espínola

La lluvia dio un respiro y las nueve hermandades pudieron realizar sus estaciones de penitencia bajo un cielo nuboso. Sólo San Gonzalo retrasó su salida una hora y media.

Crónica de Ángel Espínola. Con información e imágenes de la jornada de Candela Vázquez, Juan Carlos Romero, Elu Luceño, Carlos Álvarez, Laura Contreras, Paco Cordero y Christopher Rivas.

No tocaba. El cielo estuvo amenazante todo el Lunes Santo, a veces caían gotitas, pero ayer no tocaba. La lluvia, si acaso, para otro día. La jornada cofrade se vivió en todo su esplendor, con los nueve cortejos correspondientes en la calle. Un Lunes Santo posible gracias a los metereólogos, porque con el simple arte de echar la vista arriba, pocas hermandades se hubieran atrevido a poner pie fuera de sus templos. Y es que el sol no hizo acto de presencia en todo el día.

Sólo San Gonzalo se lo pensó dos veces, pesaba la mojada del año anterior, pero finalmente decidió salir hora y media más tarde de lo previsto. Iba Jesús en su Soberano Poder por su barrio a paso rápido. Poco lastre para este paso de misterio, al que le bastan cinco minutos de regodeo para mostrar todo su repertorio de movimientos. Que si metiendo el izquierdo, que si sobre los pies, que si de costero a costero. Arte cofrade que se pagó con mucha presencia durante todo su recorrido. Finalmente, el cortejo logró entrar en Catedral sin retraso. Toda una hazaña.

Salió La Redención entre una fina llovizna. Movimientos rápidos también para el paso que representa el beso de Judas, siempre al son de su propia banda. Pero cuando la Virgen del Rocío enfilaba Laraña, un rayo de sol surgía para abrillantarle la cara y que el palio de malla resplandeciera más si cabe. Un destello efímero, que el calor ayer era un privilegio.

Cerca de Laraña se estrenaba al poco tiempo la primera hermandad de negro de la Semana Santa: Santa Marta, que agolpaba multitudes a las puertas de la iglesia de San Andrés. Todos querían ver cómo habían quedado las tres tallas restauradas del paso de misterio.

Gente también, bullas incluso, a la salida de Las Aguas. Este año estrenando bandas. Las Tres Caídas se dejaban los labios camino de Arfe, tras haberle tocado ya la Hermandad de San Pablo, a la que acompañó hasta Campana. Momentos de postal los que regalaba el Cristo de las Aguas, cuya cruz se tambalea, palpita, como el pulso de los presentes cuando llega el solo de corneta. No menos especial fue el inicio de trayecto del paso de palio, exhibiendo su abundante exorno floral por las calles de El Arenal.

Ya de noche volvía el cautivo de Santa Genoveva por Puerta Jerez. Rapidito, que había que llegar al barrio para lucirse. Persistía un viento frío en el ambiente. El mismo que tornaba en fracaso los intentos de encender la candelería a Nuestra Señora de las Mercedes por Miguel de Mañara. ¿A oscuras?, más particular aún el momento, con sones de plata de varales coronando el silencio de la esquina.

Pintaba mal el Lunes Santo, pero hasta Las Penas pudo pasearse por su ciudad. Y la Vera-Cruz sacó algo más que el Lignum Crucis. El Cristo de la Expiración, por su parte, llevó el arte del Museo a la calle, para que lo viera Sevilla, para que fotografiaran su cara de mártir. Para que lo recordaran en un Lunes Santo pleno, que se salvó pese a las probabilidades de lluvia. No, ayer no tocaba. Si acaso otro día.

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