El cristo de la Victoria de la hermandad de La Paz, bajo el chaparrón que rompió el Domingo de Ramos/ @stmo_trescaidas

Lo intentamos, de verdad lo intentamos. Las cofradías, los cofrades, los medios, todos ponemos lo que podemos para intentar que salga todo bien, pero ni por esas.

 

Ahora que intento sacarme el frío de los huesos con la estufa y el disgusto del cuerpo a base de las fantásticas torrijas de mi madre me planteo como un día que empezó como todos los Domingos de Ramos, festivos y felices, ha podido malograrse tanto…

Paradójicamente nunca había visto recogerse La Borriquita y sinceramente, habría preferido no verlo nunca en lugar de verlo como esta tarde, cuando caminando por la calle Imagen al encuentro de La Cena, comenzó  una lluvia que me hizo plantearme que significa débil para los meteorólogos, porque aquello apretaba que era una cosa mala…

Con la bulla que se formó alrededor de la cofradía de Los Terceros, el camino tornó en dirección al Salvador. Parecía inverosímil que un cortejo que no hacía mucho había pedido la venia, se viera en una situación así. Lo más raro de todo es que esperando el paso entre la selecta clientela de los soportales una caja y una rumba irrumpieran en el cuadro; cosas de Sevilla… 

Los acólitos lloraban, la lluvia caía, y todo se volvía surrealmente fatídico; porque esto último también me lo pareció al ver a los nazarenos de La Paz, formados y chorreando en la Plaza Nueva. Si triste es La Borriquita entrando bajo el diluvio o un nazareno del Porvenir mojado, es igual de desolador un Cristo tapado con un chubasquero. Ante situaciones como estas, lo mejor es refugiarse en un sitio agradable con líquidos y sólidos que lleven algún consuelo al espíritu. Tras este interludio, pareció que la cosa se arreglaba con la salida de La Estrella, pero por lo visto no, la inestabilidad del día nos privó de cofradías que para mí son absolutamente imprescindibles en esta jornada.

Agarrándome a la máxima de que hay que ver todo lo que se pueda en estos días, incluso varias veces, he presenciado el lento discurrir de la cofradía trianera en más de una ocasión. Creo que lo más anecdótico ha sido cuando ese capataz con nombre de astro ha cogido de la forma más torcida posible una de las calles más rectas de la ciudad como es Reyes Católicos. En un momento fatídico en que parecía que “La Valiente” nos envestiría y nos llevaría enganchados en el frontal hasta San Jacinto, apelé a la bulla circundante alegando que el maniguetero me iba a comer, a lo que el buen señor me tranquilizó diciendo que no lo haría, como si el pobre pudiera arreglar el transitar curvilíneo del paso.

Y aunque algunas salidas con el sol de cara fueron emotivas, aunque la Estrella regara Sevilla trianeando, espero no volver a vivir un Domingo de Ramos como este.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...