La Virgen del Rocío de la Redención, camino de La Anunciación/Ángel Espínola

Un aguacero rompió los cortejos de El Beso de Judas y San Gonzalo, que tuvieron que dar marcha atrás. Vera-Cruz sólo procesionó con el Lignum Crucis.

No pudo ser. Las hermandades agotaron todas sus opciones, pero el Lunes Santo nunca llegó a reflotar. El clima se cruzó de bruces y se hizo imposible disfrutar de las nueve procesiones que tenían previsto hacer penitencia a la Catedral en el día de ayer.

Las previsiones no eran nada halagüeñas desde por la mañana. San Pablo y Santa Genoveva no lo dudaron y se quedaron en casa. Más vueltas, muchas más, les dieron las hermandades de San Gonzalo y La Rendención antes de tomar una decisión. Ésta última, casi dos horas y media más tarde de su salida oficial, decidió inaugurar el Lunes Santo con partes metereológicos favorables.

Con algunas gotas cayendo apareció así Nuestro Padre Jesús de la Redención por el dintel de la Iglesia de Santiago. Muy característico su paso, siempre a una marcha más de la habitual dado el retraso. Pero cuando La Virgen del Rocío, flores verdes esta vez, finalizaba Orfila, comenzó la debacle. Una inmensa tromba de agua obligó a la cofradía a retroceder hasta la Iglesia de la Anunciación.

Se vivieron momentos de caos por La Campana y alrededores. La gente corría, paraguas en manos, sin saber qué iba a pasar con la procesión. Horas más tarde, la Hermandad regresó a casa en un ambiente mucho más triste que el de la ida.

Peor suerte corrió San Gonzalo. El diluvio pilló al misterio casi en el Puente. El palio se recogió en la capilla de La Estrella. Pero el cristo del Soberano Poder se mojó muchísimo hasta llegar a la Magdalena. Allí el público jaleaba a los miembros del cortejo cual afición de equipo de fútbol. La mojada había sido de cuidado.

Dos cofradías, dos decepciones, miles de rostros cabizbajos. Santa Marta, Las Aguas, Las Penas y El Museo se quedaron en casa, más por miedo a repetir la jugada que por las predicciones. Sí se atrevió Vera-Cruz, pero sólo sacó a la calle un titular: la reliquia Lignum Crucis. Algo histórico. Las nazarenos cruzaron una carrera oficial prácticamente vacía. Penitencia en estado puro.

Y así se fue un día aciago. Donde se desafió a la lluvia, se decidió con el corazón, pero donde la llama cofrade de Sevilla se apagó por un temporal que amenaza con no abandonarnos.

www.SevillaActualidad.com