El Cristo de la Estrella por el Altozano/Ángel Espínola

La lluvia impidió la salida procesional de La Paz, Jesús Despojado, La Hiniesta y La Cena. Por la noche, el tiempo dio una tregua a La Estrella, La Amargura, y La Borriquita junto a El Amor.

Hasta las seis y media de la tarde, el primer día de la Semana Santa de Sevilla de 2012 se parecía demasiado a las últimas jornadas del año anterior. Llovía. A veces mucho, a veces casi nada. Pero llovía.

La Paz dijo que no. Jesús Despojado tampoco. La Hiniesta hizo el amago, pero se tuvo que volver antes de poner a su crucificado en la calle. Y La Cena apuró todo su tiempo, pero la tregua no llegaría hasta casi dos horas después de su salida oficial.

Pero había Domingo de Ramos en Sevilla. Se miraba al cielo, se habrían los paraguas, se cerraban. En San Roque querían acabar con el juego, y que las miradas se clavaran en las barrocas esculturas a las que tanto venera el pueblo. Y lo dudo sí, pero lo hizo. Salió a la calle, y fue la primera hermandad en hacer la carrera oficial de esta Semana Santa.

Le siguió La Estrella, regodeándose en su salida por San Jacinto. De costero a costero Nuestro Padre Jesús de las Penas. Elegante y con tronío la Estrella, bien apodada «La invencible».

Silencio blanco cercano ya el Lunes Santo por la calle Francos. Entraba la Hermandad de La Amargura con esa disciplina que le caracteriza. Todos los nazarenos llevan sandalias crema con calcetines blancos. Tronaban las saetas en un cielo azul claro que ya a nadie importaba.

Y cerraba la jornada la Hermandad del Amor, a la que se unía, tras muchos años, la de La Borriquita, que así pudo eludir el aguacero que caía en el Salvador a la hora de la salida oficial. Lección supersónica de La Pasión: de la entrada en Jerusalén, a la muerte de Jesucristo, en apenas una hora. Pero con mucha elegancia. Ya la lluvia, sólo era de saetas.

De menos a más una jornada que deja ilusiones rotas, pero esperanza para un Lunes Santo que también se presenta difícil. Transistor en mano, Twitter a la vista, habrá que seguir observando el cielo, único soberano en la que dicen es la semana grande de Sevilla.

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