El misterio de la Paz, por el parque/angelespinola

Pinceladas cofrades del Domingo de Ramos

Bullicio, pero no bulla, por las calles de la ciudad en una jornada sin incidentes aunque con mucho calor. Las cofradías lucieron todas sus galas.

Restos de azahar en el aroma de Sevilla el día en que daba comienzo la casi veraniega Semana Grande de la ciudad. El sol pegaba como solo sabe hacerlo en este enclave del mundo, con el pegajoso bochorno que ni la brisa del Guadalquivir levanta. Palmas de olivo en las manos de muchos cofrades, y palmadas de sentimiento cuando salían a la calle las primeras hermandades.

lapaz-cristo2-domingoram-angelespinolalapaz-virgen-arreglos-domingoram-anegelespinolaDibujaba El señor de la victoria una preciosa estampa a su paso por el Parque María Luisa, con una renovada Plaza de España como telón de fondo, navegada por barquillas del Siglo XXI. Más típica postal sevillana no la hay. La Paz caminaba lenta, sin prisas aún, era el día que muchos llevaban esperando durante un año. El paso de palio tuvo problemas con la estructura del techo. De ahí, un receso de más de diez minutos que permitió al público contemplar mejor si cabe a una virgen blanca, con una juventud especial aunque cumpla ya casi ochenta años.

 

Más bullicio había al poco rato en pleno Cetro de Sevilla. San Pablo olía a incienso a las cuatro de la tarde. Sonaban sones flamencos frente a la Magdalena. Resulta que el misterio de Jesús Despojado estaba balanceándose de costero a costero, saliendo con el izquierdo, y mostrando su peculiar canastilla de madera, oro y plata. Esta cofradía nunca deja indiferente. Si peculiar es el primer paso, más lo es el segundo. La virgen de los dolores y Misericordia sufre de verdad, con una corona austera, pero un palio bordado con mucho talento. Junto a la figura de San Juan, viajaba apresurada hacia La Campana.

Jesús Despojado a su  paso por San Pablo/angelespinolaPor esa misma plaza tendría que pasar más tarde La Estrella, que a esa hora salía de su templo con un calor que abría grandes huecos en las zonas de la calle en que no daba la sombra. La salida de La Estrella es mágica. El paso de misterio aún no ha terminado de cruzar el dintel de la puerta, y ya va al compás de la música. Repertorio de movimientos que solo saben hacer unas pocas cuadrillas de costaleros. Espectacular, esos tres pasitos levantan muchos oles. Música, figura, barrio y andares generan una situación de extremo valor artístico más allá de lo religioso. Un momento mágico que se repite con la llegada de La Virgen de la Estrella. Le cantan saetas, y ella sigue también al compás. El exorno floral es maravilloso, al igual que el bordado del manto.

La virgen de la estrella por Triana/angelespinola

Noche de amor y amargura

El Cristo del Amor baja la rampa de El Salvador/anegelespinolaSilencio en El Salvador. Quedaba un hueco, sólo uno en toda la plaza, y cuando estuvo cubierto, no quedaba más que el silencio. El Cristo del Amor, con su talla perfecta, bajaba la rampa a la salida de su templo. Impone su monte de claveles y el pelícano que prende a sus pies. Otra preciosa postal que pudo tomarse cuando estaba naciendo la noche. El paso de virgen es serio, con un austero acompañamiento musical, más hermoso que otra cosa.

Y del amor, a la Amargura. Aunque de amargo tuvo poco la cofradía del ‘Silencio blanco’. El misterio iba como una bala subiendo la Cuesta del Bacalao, como si tuviera prisa por visitar a las hermanitas de Santa Ángela de la Cruz. Aunque su andar no levanta pasiones, la banda de Triana ayuda y el momento también deja impresionado a cualquiera. 

La Virgen del Socorro/angelespinolaMás mérito tiene la subida de la Virgen de la Amargura. Con una corona espectacular, el paso de palio se marcó una chicotá de más de diez minutos, a ritmo de una marcha fúnebre a ratos bella y a ratos angustiosa.

Muy cerquita de allí, casi a la par, el Cristo de San Roque recorría las calles de Sevilla. Iba rápido también, se notaba la ayuda del Cirineo que sostiene la cruz a Jesús de las Penas. La Dolorosa también pasaba rápida camino de la Alfalfa, donde se pararía el tiempo para derrochar lujo ante los asistentes.

Domingo de Ramos cálido pero repleto de momentos de gran belleza tanto para el cofrade como para el que no lo es. Sevilla ya está en su semana grande, sus hijos lo saben, y no dudan en poner pie en la calle para contemplar su grandeza. ¿Más? Este Lunes Santo.

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