Sr. Director:

La puerta del Alcalde está cerrada, resulta paradójico pero es así. En el transcurso de los años se ha visto que su presencia entre los alcalareños está desapareciendo. Unos lo achacan a que evita encontrarse con vecinos porque le exigen explicaciones que no quiere dar. Otros, comentan que las tareas en Madrid, en el Senado, le obligan a relegar las obligaciones contraídas con sus vecinos “por otras de más alta enjundia”. Los más maliciosos se aprestan a comentar que pretende codearse con los que quieren salir en la foto de los dirigentes del país en Madrid.

Lo cierto es que ya no está presente, ni al frente, como prometía a los que le votaron y a los que no. Así, la ciudadanía se está estampando de bruces contra una puerta cerrada, cada vez que intenta tener acceso a nuestro máximo responsable municipal, sobre todo desde que ostenta el cargo de Senador. No importa el asunto o el problema, no importa el calado de la situación en la que muchos alcalareños se encuentran, perdidos ante la crisis económica y el padecimiento de un desempleo sin muchas alternativas, pero desde luego si es cuestión de pedir, reclamar o reivindicar, la puerta del alcalde está cerrada.

Limones ha articulado a su alrededor una muralla de protección a base de delegados políticos que no mandan casi nada y personal de confianza, de los que desconfían la mayoría. Limones, desde su atalaya recién redecorada, mira el devenir de su pueblo participando exclusivamente de lo que da bombo y boato, de lo que ofrece portadas en los periódicos: vuelta ciclista, premios…; pero está alejado, prácticamente huido, de los verdaderos problemas de sus ciudadanos: la crisis, los despidos, la bajada de sueldos, el desempleo, los problemas del comercio alcalareño, en las obras municipales, en los colegios, en los barrios…

La gestión de Alcalá no puede hacerse desde una atalaya por muy senador que uno sea, no puede hacerse lejos y de espaldas a las exigencias diarias y cotidianas de una ciudad de más de 72.000 habitantes. Además, en Alcalá se ha perdido la más mínima participación, ha ocurrido recientemente en la Barriada La Nocla. También se está perdiendo hasta el derecho a la información, como en el caso del intento de construir aparcamientos en la guardería de la Barriada La Paz, que los vecinos no sabían que iba a ocurrir hasta que lo tenían encima. El reparto de las inversiones públicas se hace sin un mínimo de consenso entre los representantes sociales. Y veremos, por ejemplo, el número de alegaciones que es capaz de aceptar el alcalde sobre el PGOU, me temo que muy pocas.

Alcalá, en estos momentos tan críticos, necesita un alcalde, su alcalde. Un alcalde que, más que un cargo público con una agenda apretada, sea persona, vecino, ciudadano y alcalareño.

Alcalá necesita un alcalde que recupere la cercanía y la confianza de los ciudadanos, que cree mecanismos de participación real para y con los alcalareños, que no es que no se incluyan las modernas tecnologías de la informática pero sin perder el contacto directo y la mirada a los ojos. Alcalá necesita recuperar la cercanía de su pueblo, de su gente, recuperar nuestra forma de vida mediterránea, andaluza: cercana, alegre, orgullosa de su pueblo, hospitalaria y unida, y estas formas pasan necesariamente por un alcalde que las comparta y las asuma como propias. Alcalá se merece tener un Alcalde andalucista.

Lola Aquino

Candidata andalucista a la Alcaldía de Alcalá de Guadaíra

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...