Rubén Castro

La victoria ante el Getafe unida a la mejora de prestaciones durante las últimas jornadas han propiciado que la hinchada vuelva a creer en una remontada que será una misión imposible sin competir con dignidad en la eliminatoria europea.

Indudablemente el Betis se encuentra en el mejor momento de la temporada. Aunque este argumento se quede demasiado pequeño simplemente con echarle un vistazo a la clasificación, las 300 personas que acudieron este lunes a la Ciudad Deportiva Luis del Sol para observar el entrenamiento del primer equipo confirman que la afición definitivamente se ha enganchado y cree en la posibilidad de eliminar al eterno rival de la Europa League.

Se trata de una eliminatoria que pocos deseaban antes de enfrentarse al Rubin Kazan pero que ha añadido alicientes a una temporada que salvo milagro acabará en desastre. El devenir del derbi europeo condicionará irremediablemente, como en el caso del Sevilla, los objetivos ligueros a los que debe enfrentarse en el tramo final.

El derbi supondrá un importante desgaste para la pelea por la salvación, pero al mismo tiempo se entiende que una derrota abultada sin dignidad echaría por tierra la progresión cultivada en las últimas jornadas, dejando al equipo muy tocado para la visita al Elche, donde el Betis podría meterse definitivamente en la pelea.

Sin negar la mejoría en juego y resultados, el conjunto verdiblanco no debe olvidar la condición con la que llega al Sánchez Pizjuán y asumir su papel real de inferior en esta Liga, y como en los últimos duelos esconder sus defectos esperando el momento decisivo para que aparezcan sus virtudes.

Pase lo que pase el desgaste es inevitable. A partir de ahí, sólo la humillación sería negativa, pues la terrible situación del Betis provocará que, aun cayendo ante el eterno rival, puedan hallarse lecturas positivas del partido que ayuden a que el equipo sueñe hasta el final en la Liga.

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