Cada año los camposantos de todos los lugares del mundo cuando llega noviembre se llenan de flores y de gente que se acercan a ellos para visitar a sus seres queridos difuntos. Huesos de Santo, liturgias y tradición para una fiesta con gran arraigo en Andalucía.
Irene Arellano. Noviembre, el mes de los difuntos por excelencia. Para conmemorar el Día de Todos los Santos y de los Difuntos, una de las tradiciones más arraigadas es visitar los cementerios para limpiar las lápidas y colocar flores en las tumbas de los familiares o allegados. Momento éste en el que las floristerías hacen su “agosto”, venden ramos, coronas, centros y todo tipo de arreglos florales que exornarán los camposantos de cada localidad.
La festividad de Todos los Santos se celebra a nivel internacional, el día 1 de noviembre, en aquellos países con tradición católica. Esta celebración fue creada por la Iglesia, según se conoce, en el siglo X, para compensar la falta de algún santoral dentro del calendario anual. Otras iglesias que lo festejan son la Anglicana, Ortodoxa y Luterana.
Sin embargo, y como no podía ser de otra manera, la crisis también se está dejando sentir en esta tradición. Y es que, según declaran propietarios de diferentes floristerías sevillanas, la gente invierte menos dinero que en tiempos de bonanza económica. En lugar de adquirir un ramo con varios tipos de flores, optan por algo más sencillo. Pero la costumbre se mantiene latente.
Las asociaciones de consumidores advierten que en estas fechas el precio de las flores sube, sobre todo en aquellos establecimientos que están más próximos al recinto del camposanto. Por ello recomiendan que se compren días antes.
Aunque en todos los lugares que se celebra se conmemora lo mismo, en cada sitio se han establecido distintas formas de seguir la tradición. Así, por ejemplo en Cádiz se celebra el 31 de octubre los ‘Tosantos’, disfrazando a los conejos, puercos y gallinas de los mercados de la ciudad, y también se hacen muñecos con frutas, verduras y frutos secos que hacen una crítica-humorística de la realidad social del año. En Sevilla lo más tradicional es visitar el cementerio de San Fernando y ver las tumbas de famosos como Juanita Reina o Joselito, entre muchos otros.
Otra tradición está relacionada con la gastronomía. ¿Quién no ha comido el famoso hueso de santo?, pues según han valorado los confiteros este pastel está perdiendo ‘fuelle’. Pero aún así, aún se pueden encontrar en las pastelerías para los más tradicionales.
A golpe de euros
Un sepelio completo no baja de los 2.000 euros. Así queda reflejado en un informe publicado por la Unión de Consumidores (UCA-UCE). En dicho informe explican que por lo general las empresas funerarias ofrecen un servicio básico en el que se incluye el vehículo para el traslado, la gestión del certificado de defunción y la baja en el Registro Civil por un coste comprendido entre los 200 y los 300 euros.
El ataúd suele rondar los 1.800 euros, aunque dependerá de la calidad del mismo, pudiendo llegar a costar hasta 3.000 euros los más lujosos. Más el gasto de las flores, coronas en este caso, que va desde los 90 hasta los 120 euros.
Si se opta por la incineración, una de las prácticas más habituales hoy día, hay que añadir 30 euros más para la urna de las cenizas. Además del costo de la incineración que oscila entre los 350 y los 500 euros. En un informe de la UCA-UCE señalaba que la inhumación cuesta 1.000 euros menos que la sepultura. Además del ahorro de los gastos posteriores que supone tener un nicho en un cementerio, ya que se paga un impuesto anual.
Aunque la crisis se hace notar, y más en este último tirón del año, cuando los adornos de Navidad que ya están empezando a colocarse hacen recordar a la gente que pronto van a tener que desembolsar grandes cantidades de dinero, que quizás no tengan, hay gente que opta por dar una ‘escapadita’ a algún lugar y aprovechar el ‘puente’.
Sin embargo, estos viajeros considerados afortunados hoy día están en peligro de ‘extinción’. Sino sólo hay que acercarse a los centros comerciales o grandes superficies y comprobar las colas de coches para entrar en los parkings, la cantidad de gente mirando y los poquísimos que hay comprando.