Detalle del azulejo del pueblo de Cantillana en recuerdo y homenaje a Blas Infante / Juan C. Romero

Hijo de una familia acomodada, la de Blas Infante no fue una vida de connivencia y conformidad al calor de sus recursos. Consciente de las condiciones de vida de la inmensa mayoría del pueblo en los campos andaluces, articula un ideario con base en la humanidad y la libertad de los hombres.

Juan C. Romero. Desde bien temprano tuvo clara la labor a la que dedicaría el resto de su vida. Fiel a sus principios, Blas Infante enfrenta con arrojo la difícil tarea de tratar, con el desarrollo de su ideario social y político, de cambiar el futuro de los andaluces mejorando sus condiciones de vida.

El hoy considerado Padre de la Patria Andaluza por su aportación histórica en la consecución de la autonomía, nace entre la sierra y el mar en la localidad de Casares (Málaga) en los últimos años del siglo XIX en el seno de una familia acomodada que a diferencia de la familia media de la Andalucía de estos años, pudo costear los estudios de su hijo en la Universidad de Granada.

En un contexto social marcado por el analfabetismo de los andaluces, Blas Infante concibe la educación como una herramienta necesaria para proteger a los más desfavorecidos de los abusos de una aristocracia fuerte que tiene el control de las bastas tierras, así como de una Iglesia que a lo largo de los siglos se ha hecho con el control de las conciencias, fomentando en el pueblo los valores de obediencia, resignación o sacrificio.

«Ignoran que la vida de la posteridad es su propia vida renovada, y trabajar por ella es prevenir en el futuro»

En su obra La dictadura pedagógica, analiza los aspectos que impiden el progreso del hombre, limitando el potencial de cada individuo, aboga por la necesidad de superar el carácter puramente instintivo y desde un enfoque culturológico considera la libertad como un paso más en la evolución de los hombres que llegaría de la mano de la educación y el conocimiento en lo que sería un primer paso, revolucionario en este contexto, necesario para vencer los obstáculos.

Propone terminar con los estereotipos y juicios preconcebidos que instituciones como la Iglesia han inculcado a sus fieles con sus promesas de un mundo mejor, del paraíso. «Los hombres no llegan a percibir la trascendencia para su propia vida de un acto bueno, cuyo florecimiento ha de operarse en edades remotas de lo futuro. Y es que ignoran que la vida de la posteridad es su propia vida renovada, y que trabajar por ella es prevenir: es trabajar para la propia vida en lo futuro».

El objetivo es despertar la conciencia de libertad de los ciudadanos, entendida como un atributo natural del hombre, propio de la evolución de la especie, y como elemento imprescindible a partir del cual establecer una sociedad igualitaria. 

Por encima de ideas etnocentristas y del propio nacionalismo andaluz que promovió para hacer posible el autogobierno, las teorías que desarrolla Blas Infante logran captar el carácter integrador y cosmopolita de Andalucía y como la misma tierra, se corresponde con unos valores universales.

El Himno de Andalucía, escrito por el propio Blas Infante y estrenado el 7 de julio de 1936 (sólo un mes antes de que fuera detenido en Coria del Río y fusilado tras el golpe de Estado de Franco), encierra una frase clarificadora de este aspecto universal de su ideario: «Sea por Andalucía libre, España y la Humanidad». En ella defiende la libertad y los derechos del hombre en toda la humanidad: no reconoce fronteras ni clases sociales. Incide en la evolución de la propia idea de libertad, que haría posible una serie de derechos cada vez más justos, que permitirán garantizar, en el futuro, la plena libertad, la igualdad y la solidaridad de la especie humana.

Los colores de la bandera andaluza o su escudo refuerzan su ideario: «grito de esperanza -en alusión al verde- y paz -el color blanco-, colores preferidos por nuestros padres. El Escudo lleva el Hércules juvenil, fundador de la vieja Cádiz, expresión de la fuerza eternamente joven del espíritu, domando la fuerza instintiva de los estímulos animales, representada por dos leones» en el que queda claro la capacidad del hombre de dominar a los animales, superando su primitivo instinto animal.

La defensa de estas ideas universales y su activo compromiso político para tratar de desarrollarlas le costaron la vida, y más tarde, en 1940, una condena por parte del Tribunal de Responsabilidades Políticas «como propagandista para la constitución de un partido andalucista o regionalista andaluz» que obliga a sus descendientes a abonar una multa por este motivo. Sin embargo su legado ha sido reconocido al término de la sombra franquista, y puesto en valor.

En abril de 1983 el Parlamento de Andalucía aprueba por unanimidad de todas las fuerzas políticas el Preámbulo del Estatuto de Autonomía para Andalucía, donde  reconoce a Blas Infante «como Padre de la Patria Andaluza e ilustre precursor de la lucha por la consecución del Estatuto de Autonomía para Andalucía». Cada 28 de febrero es homenajeado con motivo del Día de Andalucía y, desde 2001 la vivienda que ocupó en Coria del Río, ‘la casa de la alegría, es un museo en torno a su vida y obra.

Sones de Cantillana para el Himno de Andalucía

La primera experiencia profesional de Blas Infante tiene lugar en una notaría en la localidad sevillana de Cantillana entre los años 1910 y 1923. De su inmersión en la sociedad de este pueblo de la Vega del Guadalquivir emana la melodía del Himno de Andalucía que hoy conocemos. Infante captó los sones de una antigua canción religiosa a la que cambió la letra para convertirla en símbolo de todos los andaluces.

Los campesinos y jornaleros cantillaneros entonaban la plegaria del ‘Santo Dios’ en plena faena con el propósito de pedir la intercesión divina. Con ella, pedían agua para las bastas extensiones de tierras que labraban. El himno, junto al escudo y la bandera, constituye uno de los tres símbolos de Andalucía.

El canto del ‘Santo Dios’ en Cantillana aún puede oirse en la ermita de La Soledad en la misa que coincidiendo con la Cuaresma se oficia anualmente en honor al antiguo Cristo de la Agonía. 

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