La laguna del Sopetón, la más distante de Matalascañas de todas las lagunas del cordón peridunar, en la primavera de 2009. ¿Volverá a estallar la primavera en esta laguna o el daño es ya irreversible?

Como ya se dijo: cuando la política entra por la puerta, la Ciencia salta por la ventana. Y en Doñana todo es política, todo, hasta el nombre. Resulta que para algunos, Doña Ana de Silva y Mendoza, duquesa de Medina Sidonia por su matrimonio con Don Alonso Pérez de Guzmán y Sotomayor, no es la mujer que dejó su nombre y su impronta en este territorio. No, hay quien decide cuestionar si no sería otra Ana, la que tenía una venta medio siglo antes de que se construyera el palacio, la afamada señora a la que le debe su nombre el Bosque de Doña Ana, al que se refería el rey Felipe IV en carta manuscrita cuando fue agasajado por el duque en 1624. Lo cuestionan, lo publican y se quedan tan frescos, ole. Al fin y al cabo, si a todo se le puede sacar rendimiento político ¿por qué no al negocio de la Ciencia también? ¿Qué mejor credencial progresista para la carrera de un investigador/profesor que cambiar de una duquesa a una plebeya el mérito de haber dado nombre a un territorio tan emblemático?

Cuando Ana de Silva y Mendoza no tenía ni seis años fue comprometida con el VII Duque de Medina Sidonia. Su padres viajaron a Sanlúcar de Barrameda para arreglar el compromiso y de paso echarle un vistazo a las posesiones de su futuro yerno. Los territorios dominados por los Pérez de Guzmán en el s. XVI ocupaban buena parte de las actuales provincias de Huelva y Cádiz (antes, «Reyno de Sevilla») y, además, poseían las fecundas almadrabas de la costa. Finalmente Ana se casó con apenas 14 años siendo necesario que el rey Felipe II pidiera una dispensa papal. Cinco años después nació su primer hijo. Para entonces su padre, el amigo favorito del rey, había muerto, y su madre, la Princesa de Éboli, llevaba un año encerrada en una mazmorra por orden de Felipe II. Ana y su marido suplicaron al rey que la liberara, pero sólo consiguieron que fuera trasladada al Palacio Ducal de Pastrana (Guadalajara), cuyas ventanas y balcones mandó el rey enrejar, y donde quedó cautiva hasta su muerte en 1592.

A este balcón enrejado del Palacio Ducal de Pastrana (Guadalajara), se asomaba la madre de Ana, la Princesa de Éboli, una sola hora al día durante sus once años de cautiverio.

Tras acudir al entierro de su madre, Ana regresó a Sanlúcar habiendo pasado sólo seis meses en la Corte. Pidió a su marido que le construyera una casa en «el bosque de la otra banda del Guadalquivir» junto a unas chozas de montería y una torre medieval, en el camino condal que unía Sanlúcar con Niebla. Doña Ana prefería vivir alejada de la Corte donde se criticaba a su marido, el Duque de Medina Sidonia, a quien pusieron de mote «el chuchumecos» y culpaban del desastre de la Armada Invencible en 1588 y, sobre todo, del saqueo de Cádiz en 1593 (cuando el duque entró a defender la ciudad, el enemigo ya había escapado). Cervantes le dedicó un irónico soneto «A la entrada del Duque de Medina en Cádiz» y en otra ocasión se refiere a él como «el dios de los atunes» por la riqueza que le proporcionaban las almadrabas.

Tres años después, los piratas ingleses y holandeses volvían al ataque, y el duque mandó quemar las 32 naves de la Flota de Indias para evitar que cayeran en poder del enemigo. Tras la muerte de su madre, Doña Ana no volvió más a la Corte de Felipe II; vivió entre Sanlúcar y su casa del bosque, donde pasaba largos veranos con sus doce hijos, y donde dejó su nombre.  Mientras tanto, los almonteños, siempre tan combativos, seguían cuestionando las lindes ajenas, ya fueran territorios de realengo en el Lomo del Grullo o el Bosque de las Rocinas, propiedades del condado de Niebla, del señorío de Almonte, de conventos e instituciones eclesiásticas o de las dehesas ducales que llegaban hasta la desembocadura del río Guadalquivir.

Los lugareños no tenían más remedio que buscarse la vida a la vera de una marisma redibujada cada año por el fluir de unos caños de trazado caprichoso. Pescaban, cazaban, extraían leña, miel, sal y corcho, y siempre que podían colaban su ganado para pastar en territorio ajeno. Y cuando Doña Ana pasó a mejor vida, se libraron de estar bajo los auspicios de la Virgen de la Caridad (patrona de todos los territorios ducales), y retomaron su devoción local por la Virgen de Santa María de las Rocinas, con mayor fervor si cabe, nombrándola finalmente Nuestra Señora del Rocío, patrona de Almonte, en 1653.

Mapa de un territorio inexistente: hoja correspondiente al Rocío, del Mapa Topográfico Nacional del Instituto Geográfico y Catastral de 1944. Nótese, a la izquierda, la “Alambrada del Coto de Doñana”.

Y seguimos en la misma tesitura: las actividades alegales de unos pocos lugareños fuerzan una nueva reestructuración de lindes o actividades por parte de las autoridades del momento, sin valorar la repercusión sobre el bienestar del resto de la población y las generaciones venideras [1]. Y no es la primera ammistía. En 2012, el entonces secretario general del PSOE de Huelva dijo que lo mismo que el gobierno central (del PP) había aprobado una amnistía fiscal para delincuentes económicos podría paralizar las inspecciones de la Guardia Civil a los agricultores con pozos ilegales en el entorno de Doñana porque no era momento de perseguir y machacar a un sector que era referencia en la provincia, por lo que urgía al Gobierno central a dar luz verde a la Declaración de Impacto Ambiental del proyecto ‘Modernización y consolidación de los regadíos del Condado’ del gobierno andaluz que, exactamente igual que ahora, se vendía como la solución a los tropecientos pozos ilegales mediante el trasvase de agua superficial desde la cuenca del Chanza-Piedras. Mismo perro, distinto collar.

No hay que despistarse con el juego de trileros, ni con el y-tú-más al que nos tienen acostumbrados nuestros políticos en campaña electoral: el territorio puede ser recalificado como regadío por los sucesivos gobiernos autonómicos, pero es la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, dependiente del Ministerio de Transición Ecológica, quien ha de permitir (o no) el uso de las aguas subterráneas del acuífero, además de vigilar su mal uso. Para esquivar ese escollo, el plan es regar con aguas superficiales de otra cuenca (¿les suena?), la del Tinto en el caso actual.

Habrá que preguntarse, entonces, cómo es que hay un excedente de agua superficial en un territorio tan proclive a la sequía. ¿Qué agua es esa que nadie más reclama, que nadie más disputa? ¿Qué tendrá? Quizá un poco más de arsénico de la cuenta. No lo sé, pero no me extrañaría nada tratándose de la cuenca de un río que drena una de las formaciones de sulfuros masivos polimetálicos más extensa del mundo: la Faja pirítica ibérica. Como no lo estudien bien, cundirá el pánico entre los consumidores y el mercado de la fresa de Huelva se hundirá entero irremediablemente.

Ese sería un broche de oro ideal al despropósito agrario-ambiental que comenzó en 1977, cuando los gobiernos de turno decidieron aprobar el Plan de Transformación Agraria Almonte-Marismas desoyendo toda voz crítica, incluida la del entonces presidente de la Asociación Internacional de Hidrogeólogos que, junto a su equipo, advertían en publicaciones científicas [2] y medios de comunicación [3] del peligro de desecar Doñana, como ya había ocurrido con las Tablas de Daimiel. Anda, que no les cayeron tortas por criticar a la autoridad. Les dijeron de todo menos bonito. Entre

otras cosas se decía que sus argumentos científicos quedaban «invalidados» por tratarse de una persona afín al Opus Dei. Tal cual. Ni que decir tiene que las autoridades competentes procuraron encontrar investigadores menos beligerantes para financiar los siguientes estudios sobre el debatido acuífero Almonte-Marismas. Yo misma no encontré ningún colega con quien publicar mi primer artículo científico sobre el impacto de las extracciones de agua subterránea para Matalascañas. Suerte que tras cinco años de seguimiento de los niveles freáticos en las lagunas peridunares, mi hermano había terminado su carrera de Geología con postgrado de experto en Hidrogeología incluido y, gracias a él, publiqué el estudio [4].

Los tejemanejes en la gestión del agua de Doñana siguieron su curso habitual hasta que en el año 2000, las autoridades político-administrativas municipales y regionales permitieron abrir un campo de golf en Matalascañas. Para santificar el asunto, se contó con la bendición de todas las fuerzas vivas del lugar, incluyendo grupos ecologistas y algún catedrático de universidad, que sin saberlo, actuaron como convidados de piedra. AQUALIA, del grupo FCC, fue la empresa que les vendió la moto. Anunció a bombo y platillo que un novedoso tratamiento de las aguas residuales de Matalascañas permitiría su reutlización para el riego del campo de golf. Quizá porque a todos nos gusta creer en cuentos de hadas, a nadie se le ocurrió echar las cuentas: el efluente de la depuradora de aguas residuales de Matalascañas no era suficiente para regar un green de 18 hoyos durante un año, ni de lejos.

Ni corto, ni perezoso, el Ayuntamiento de Almonte, principal propietario del campo de golf de Matalascañas, lo inauguró como «el primer campo de golf ecológico de España», recibiendo premios y alabanzas por doquier [5]. Sin embargo, el incremento en el bombeo de agua del acuífero para abastecimiento de un municipio turístico que crecía sin control con campo de golf incluido, ha sido la puntilla para las lagunas situadas a menos de 3 kilómetros de distancia de la batería de pozos.

Para cuando se descubrió el pastel, el daño ya estaba hecho. Resultó que la depuradora de Matalascañas, no sólo no aplicaba un tratamiento de lujo sino que ni si quiera cumplía con el mínimo obligatorio. La depuradora de Matalascañas, construida en 1991 mediante la colaboración del Ayuntamiento de Almonte y la Junta de Andalucía, evacuaba las aguas residuales tras un tratamiento primario al mar mediante un emisario. El tratamiento secundario para las aguas residuales de Matalascañas quedó pendiente de ejecutarse a pesar de los 600 millones de pesetas invertidos (Informe del Defensor Andaluz, diciembre 1991). No es de extrañar que la de Matalascañas fuera una de las 133 depuradoras españolas sancionadas por el Tribunal de Justicia de la UE por incumplimiento de la directiva europea de aguas residuales urbanas.

Foto satélite (Google Earth) mostrando la ubicación de las lagunas peridunares de la Rerserva Biológica de Doñana más estudiadas: El Brezo (BRE), El Charco del Toro (CTO), El Zahíllo (ZAH), El Taraje (TAR), La Dulce (DUL) y Las Verdes (LVE), son lagunas temporales, mientras que Santa Olalla (SOL) es de tipo permanente (o lo era). En amarillo, la ubicación de los pozos de bombeo de agua del acuífero para abastecimiento a Matalascañas.

Aún así, el campo de golf no se cerró hasta el 2 de noviembre de 2016 tras una investigación judicial que terminó archivándose y que no estuvo relacionada con el origen de las aguas de riego, sino con una presunta trama de ex-alcades de Almonte para hacer pasar la construcción de viviendas de lujo como parte de las instalaciones deportivas del campo de golf. Una vez cerrado el campo de golf y archivada la causa, el Ayuntamiento de Almonte admitió que el campo de golf de Matalascañas nunca tuvo licencia de riego.

Ahora se rasgan las vestiduras por la pérdida de las lagunas de Doñana, pero cuando la laguna del Charco del Toro (en la foto) se secó antes que su vecina Zahíllo en 1991, rompiendo así el patrón habitual, nadie escuchó la alarma. Ese verano, Matalascañas se preparaba para la EXPO’92 de Sevilla ampliando su oferta hotelera en miles de plazas.

A todo esto la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (C.H.G.), máxima autoridad competente en la gestión del agua, seguía escapándose de rositas. El presidente de la C.H.G. comunicó en petit comité que ignoraba el volumen real de extracción para abastecimiento en Matalascañas [6]. El director de la Oficina de Planificación Hidrológica de la C.H.G., Víctor Cifuentes, harto de tantas reuniones me espetó en el pasillo durante un intermedio: «me importan un bledo las lagunas de Doñana». No ha sido hasta la reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la UE [7], que la C.H.G. no ha recobrado las formas de cortesía más elementales. Tanto se ha espabilado que ahora parece la víctima de la desecación de las lagunas de Doñana y hasta se cuelga medallas que no le corresponden.

En agosto de 2022, anunció mediante una exposición de paneles en la estación del metro de la Puerta de Jeréz (Sevilla) la reubicación de los pozos de abastecimiento a Matalascañas como si redescubriera la pólvora, cuando es una medida que se les lleva pidiendo desde 1989 [8]. A buenas horas, mangas verdes. Las lagunas de Doñana podrían haber tenido la oportunidad de recuperarse entonces, mientras que intentar restaurar un hábitat al cabo de treinta y tantos años va a ser como echar dinero público a un pozo sin fondo.

Cada persona tiene derecho a llevar su duelo a la velocidad que le dicte su corazón. Hay quien se rasga ahora las vestiduras por la pérdida de las lagunas de Doñana. Otros regatean las culpas, otros se autoengañan. Yo empiezo a aceptar la tragedia después de atravesar el páramo de la depresión durante años, desde 2015, cuando descubrí que muchos de mis colegas que llevaban lustros negando la mayor, se subían ahora al carro de la restauración de las lagunas (carro bien ungido por suntuosas subvenciones que estarían por llegar).

La sostenibilidad no es una palabra de moda, ni un barniz verde con el que se pintan las empresas y la administración mientras continúan con el bussiness as usual en la trastienda. La sostenibilidad es la única salida para nuestra propia supervivencia. Es un diálogo constante entre todas las actividades humanas que usan los recursos naturales para que se usen, sí, pero no se abusen. Como escuché decir a un écologo [9], la sostenibilidad es un equilibrio muy difícil, pero necesario: No puede haber un medio natural sano sin una economía sana, y no hay economía sana sin un medio natural sano.

La laguna del Sopetón, la más distante de Matalascañas de todas las lagunas del cordón peridunar, en la primavera de 2009. ¿Volverá a estallar la primavera en esta laguna o el daño es ya irreversible?

Por cierto, la alcaldía socialista se perdió en el 2011: PP e IU hicieron pinza para desalojar al PSOE del sillón consistorial en Almonte. Cuesta imaginar el hartazgo que debían tener derecha e izquierda para ejecutar semejante pacto anti natura, pero es lo que tiene mantener la poltrona y cultivar el caciquismo durante lustros…que cría cuervos. ¡Más leña al fuego! Bienvenidos a la siguiente campaña electoral.


[1]Algunas tribus de nativos del noreste norteamericano tomaban sus decisiones valorando el impacto en hasta 8 generaciones siguientes.

[2] Suso y Llamas (1990).

[3]    Doñana corre peligro si no se regulan los bombeos de agua según un estudio encargado por ADENA.

[4]Serrano & Serrano (1996). Influence of groundwater exploitation for urban water supply on temporary ponds from the Doñana National Park (SW Spain). Journal of Environmental Management 46, 229-238.

[5] La reutilización de aguas regeneradas fue tan pomposamente anunciada que, en junio del 2005, se firmó un convenio entre la Fundación Doñana 21 y la gerencia del campo de golf por el que se concedía la Etiqueta Doñana 21 a la gestión sostenible de estas instalaciones deportivas (que previamente habían sido validadas por los certificados ISO 9001:2000 e ISO 14001:2004).

[6] Reunión a tres bandas realizada en el Palacio de Doñana el 11 de julio de 2013, entre la C.H.G, la dirección del Espacio Natural de Doñana y de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC).

[7] Sentencia del (24 de junio de 2021) por no haber tenido en cuenta las extracciones de agua ilegales y las extracciones de agua para el abastecimiento urbano en la estimación de las extracciones de agua subterránea de la comarca de Doñana en el marco de la caracterización adicional del Plan Hidrológico del Guadalquivir 2015‑2021.

[8] Hollis et al. (1989) en Dimitrou et al. (2017).

[9] Gene E. Likens, en la Universidad de Adelaide (Australia) en abril de 1994.

Profesora Titular de Ecología, Dep. Biología Vegetal y Ecología (Universidad de Sevilla) y colaborada en el proyecto TRANSDMA. "Proyecto de la Universidad Pablo de Olavide financiado por la Consejería...