¿Existe alguna smart city andaluza? ¿Cuáles son los retos energéticos en Andalucía? ¿Qué puede hacer cualquier ciudadano para reducir el consumo de energía? El director de Planificación y Gestión Energética de la Agencia Andaluza de la Energía responde en esta entrevista.
Jorge Juan Jiménez Luna (Sevilla, 1968) es Ingeniero Industrial, especialidad Química, por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad de Sevilla. Inició su carrera profesional en 1995 en la industria plástica y, en 1996 comenzó su andadura profesional en el sector energético.
Forma parte de la Agencia Andaluza de la Energía desde su creación en el año 2005, donde ha ocupado distintos puestos de responsabilidad. Actualmente es el Director de Planificación y Gestión Energética en la Administración Pública de la Agencia Andaluza de la Energía (AAE).
Como ponente de la jornada ‘La Unión por la Energía’ que se celebra en Sevilla este viernes, Jiménez Luna ha respondido a preguntas relacionadas con la situación energética en Andalucía y las políticas energéticas que se están desarrollando en ciudades como Sevilla.
Sevilla Actualidad. ¿En qué punto se encuentra Andalucía en cuanto a la producción y consumo de energía respecto a España y Europa?
Jorge Jiménez Luna: El grado de abastecimiento energético en Andalucía respecto a la demanda total de energía es del 21,7%. Es decir, el 21,7% de la energía que se consume procede de los medios propios. En España esa cifra está en torno al 29% y en Europa, se está al 55%.
Por tanto, estos niveles nos muestran que la dependencia energética que tenemos del exterior en enorme (casi el 80% en Andalucía), lo que supone un problema a nivel europeo y, por supuesto, andaluz. Europa tiene un grave problema de dependencia energética exterior y Andalucía está también en esas circunstancias.
Toda esa energía que viene del exterior procede de países diversos. Por ejemplo, el crudo, procede en su mayoría de de Oriente Medio y Sudamérica y el carbón, de Sudáfrica o China. Pero Europa está diversificando esos lugares de procedencia apostando por países más estables de Sudámerica o Europa del Este, con el objetivo de garantizar la estabilidad del suministro.
SA. En 2014, el aporte de energía renovable al consumo final bruto en Andalucía alcanzó el 19,5%. Las renovables aportan en otras comunidades –La Rioja, Navarra, Castilla y León- hasta el 85% de su producción energética. ¿Cómo puede incrementar este nivel Andalucía?
J.J.L: A día de hoy, el aporte de energía renovable al consumo final bruto en Andalucía ya ha alcanzado el 19,5% y se prevé que sea del 25% en 2020, superando en cinco puntos el objetivo de la Unión Europea (establecido en el 20% para esa fecha). Andalucía está por encima de la media española en el aporte de renovables, que se sitúa en el 14,6%.
En otras comunidades, los porcentajes descritos se refieren al aporte de renovables sólo en la producción de energía eléctrica. En el caso andaluz, este aporte llega al 40% si bien es cierto que las comunidades descritas tienen mucha energía hidráulica y eólica y consumos más pequeños que Andalucía, que justifican esas cifras.
En España ha habido políticas intensivas de apoyo a las renovables que, como consecuencia de las reformas energéticas, se han visto paralizadas. La primera forma de incrementar el aporte de las renovables en el consumo total pasa porque haya políticas activas que incentiven el aprovechamiento de las energías renovables y los incentivos a las empresas para que las desarrollen. Y eso se ha paralizado hasta el momento en todo el país.
Por otra parte, existen proyectos más modestos relacionados con el autoconsumo con energía solar, eso también ha sido recientemente regulado y las condiciones de esa normativa -el denominado ‘impuesto al Sol’- hacen difícil que ciudadanos y empresas se decidan a instalar estos proyectos.
SA. ¿Qué proyectos o experiencias de éxito de producción y eficiencia energética se están llevando a cabo en Europa y se pueden importar a Andalucía?
J.J.L: Hay varios. Los proyectos de autoconsumo en Europa están muy desarrollados y normalizados. En Bruselas o en Alemania existen muchas viviendas que cuentan con proyectos de autoconsumo con muchos menos recursos de los que tiene Andalucía. Un panel solar en mitad de Bruselas no es lo mismo que uno aquí en Sevilla y, sin embargo, funcionan. Y estos son proyectos que se podrían desarrollar fácilmente en Andalucía con mucha mayor eficiencia. Es el futuro del sector energético, estoy seguro de que se acabará imponiendo, aunque actualmente las circunstancias particulares de España y la normativa los han frenado.
Los proyectos de modelos de servicios energéticos también están muy avanzados en Europa. Estos proyectos se basan en empresas que se asumen las inversiones para cambiar instalaciones energéticas estableciendo otras más eficientes a empresas y particulares. Sus beneficios vienen por el ahorro que se producen con las nuevas instalaciones. A cambio, los consumidores finales no asumen las inversiones y no les supone ningún coste extra. Es un modelo de éxito que aún está muy poco implantado en España y en Andalucía, que se deberá seguir explicando para que vaya calando pero es perfectamente viable en el corto plazo.
También, en Europa se están llevando a cabo proyectos de movilidad, entre ellos el fomento del vehículo eléctrico, y muchos otros relacionados con las nuevas tecnologías y las tecnologías de telecomunicaciones aplicados a la energía, el concepto de ‘smart’. Estos proyectos son algo más lentos porque requieren inversiones y estabilidad en las políticas que España no ha tenido.
En cualquier caso, ninguno de estos proyectos son difíciles de implantar, pero hay que tener voluntad de hacerlo.
SA. Acaba de mencionar el término ‘smart’, que cada vez se está popularizando más. ¿En qué consiste? ¿Existe alguna ‘smart city’ andaluza?
J.J.L: ‘Smart’ es un término de moda, que consiste en aprovechar el potencial de las tecnologías de la telecomunicaciones (móviles, datos en tiempos real, almacenamiento en la nube, control y monitorización) en cada uno de los procesos para cada sector energético.
Esto permite una optimización de los procesos, tener un control muy preciso y poseer mucha información que permite actuar para que los consumos se reduzcan y se ahorre.
En Andalucía se ha producido una experiencia smart de éxito en la ciudad de Málaga, donde se ha desarrollado una infraestructura que permite la monitorización, el aprovechamiento solar y eólico, el uso del vehículo eléctrico y la reducción de consumo. Es un proyecto muy interesante que funciona y que ha sido conocido en todo el mundo como un caso de éxito.
En el caso de Sevilla, el Ayuntamiento ha trasladado varios proyectos europeos a la Agencia para desarrollarlos en los próximos años. En cuanto se configuren y se presenten estos proyectos y, con la experiencia de proyectos pilotos previos que ya existe, es perfectamente viable que a corto plazo existan proyectos de ‘smart city’ en Sevilla.
SA. En el consumo energético global andaluz, capitales como Sevilla tendrán una especial importancia. ¿Qué medidas se están llevando a cabo desde la Agencia Andaluza de la Energía en estas ciudades para reducir el impacto energético?
J.J.L: Es cierto que las grandes ciudades concentran la mayor parte del consumo y actividad, pero la acción de la Agencia es para todo el territorio andaluz. Actualmente existen políticas de desarrollo, planificación y control de las infraestructuras que en gran medida afectan a los grandes núcleos. Recientemente la Agencia ha lanzado una serie de incentivos a los proyectos de eficiencia energética centrados en la edificación, donde hay un potencial enorme de ahorro de energía; a la empresa (Pyme Sostenible) y un programa específico de apoyo al desarrollo de infraestructuras.
Aparte hay una iniciativa muy interesante que se está desarrollando desde 2007 centrado donde están los grandes núcleos administrativos: la Red de Energía de la Junta de Andalucía. Este programa actúa en edificios públicos, que se concentran especialmente en ciudades como Sevilla y Málaga. En estos lugares, la Agencia está haciendo una labor inmensa para provocar ahorros tanto económicos, en las facturas, como energéticos.
SA. ¿Cuáles son los retos de futuro el ámbito de la energía en Andalucía y en Europa?
J.J.L: En Andalucía, uno de los grandes retos es continuar aprovechando los recursos renovables puesto que Andalucía no tiene otro tipo de recursos energéticos. Es preciso luchar cada día para que el aprovechamiento sea cada vez mayor, la cantidad de Sol que tenemos en Andalucía es un tesoro que hay que aprovechar de la mejor manera posible.
Al mismo tiempo, es preciso conseguir que la competitividad de las empresas, sobre todo pymes, crezcan en temas de eficiencia energética y reducción de factura. Es muy importante también implicar al ciudadano en que toma conciencia en el impacto y el valor de la energía, hay que poner al ciudadano en el centro de esta política.
Y, por último, un gran reto es la innovación en el ámbito energético. En algunas cuestiones hemos sido líderes, termosolares, por ejemplo; pero ahora se ha venido a menos y el carro de la innovación energética no lo podemos perder, no podemos ir a remolque del resto. Hemos de emprender una línea donde podamos ser especialistas, y creo que esta línea puede ser el aprovechamiento del recurso solar.
A nivel europeo, la UE tiene un reto. Necesita disminuir la dependencia exterior de energía; incrementar la competitividad empresarial, causada en parte por esa dependencia, y conseguir alcanzar los compromisos adquiridos de reducción de emisiones.
Esto es un problema porque el consumo de energía crece y es en gran parte fósil, por lo que las emisiones también lo hacen. Pero es que las emisiones deben bajar drásticamente para los compromisos adquiridos y que abandera la Unión Europea, se cumplan. Y todo eso sin dañar la competitividad. Se trata de un reto difícil de alcanzar.
SA. Si cada vez aumenta más la demanda de energía y, en paralelo, incrementa el precio de los servicios, ¿corre peligro la energía de convertirse en un bien ‘de lujo’ para el ciudadano? ¿Cómo se puede evitar esto?
J.J.L: Yo no creo que se llegue a ese extremo. La energía es un bien muy necesario y, a no ser que estemos en una situación apocalíptica, no creo que se llegue a esa circunstancias de que sólo unos pocos puedan acceder a ella. Pero la energía tiene un precio. Si es cara o no, es una discusión que habría que tener con más detenimiento. Pero sí es cierto que no tenemos conciencia del valor que cuesta la energía.
Reducir el consumo y el impacto energético, ¿es tarea exclusiva de gobiernos? ¿Qué pueden hacer los ciudadanos en su día a día para ello?
J.J.L: El sector de la energía depende en gran parte de la legislación básica de los gobiernos, no obstante el ciudadano tiene mucho que decir y decidir en sus consumos particulares. Es importante que el ciudadano y las pymes vayan cambiando la mentalidad con respecto al uso de la energía.
El ciudadano debe tomar conciencia del valor que tiene la energía. Solemos pensar que la energía está siempre ahí, pero la energía es un bien escaso y no somos conscientes del esfuerzo y las inversiones tan importantes que requiere encender un simple interruptor. No le damos el valor suficiente a la energía y es preciso que tomemos consciencia de lo que supone la energía y un mal uso de ella.
Una vez entendido esto, existen muchas medidas de eficiencia energética que los ciudadanos pueden aplicar en su vida particular; en sus viviendas, empresas o en sus transportes habituales, existen cientos de medidas para reducir el consumo de energía y potenciar la eficiencia.
El ciudadano puede elegir el tipo de instalación, iluminación o climatización de sus casas, usar o no transporte público, desarrollar una forma de conducción u otra para reducir los consumos. Todos son granitos de arena que podemos aportar cada uno de nosotros.