Qatar se ha convertido en un importante destino laboral de españoles y andaluces. Aunque para la mayoría se trata de una oportunidad de trabajo donde lo común es pasar no más de dos o tres años.

Mientras muchos qataríes veranean en Marbella, muchos andaluces continúan marchándose al país con mayor renta per cápita, que quiere convertirse en referente mundial y sigue demandando ingenieros, arquitectos, pilotos, médicos…

El economista Miguel Ángel Saiz es un sevillano que lleva dos años y medio al cargo de la dirección de Comunicación en el Spanish Bussines Council de Qatar, la empresa de 45 asociadas españolas que desarrolla relaciones comerciales y culturales entre España y Qatar. Saiz no dudó en emprender su experiencia cuando le ofrecieron la propuesta. Como él muchos más.

El recuerdo de el Al-Ándalus es lo primero que rememoran los qataríes con simpatía cuando le mencionan Andalucía. También la actual Madrid, Barcelona y Marbella, donde muchos tienen sus casas de verano, cuando lo hacen de España. De los 2 millones y medio de habitantes, 3.000 son expatriados que figuran en la embajada española y, de ellos, unos 600 son andaluces.

Qatar continúa siendo cultivo de enormes proyectos para crecer a pasos agigantados y poder ser un referente mundial en todos los ámbitos. Sobre todo, ahora que se encuentra preparándose de cara a la acogida del mundial de fútbol 2022 y para el National Vision 2030. En éste último abarca su ambición transformadora de referencia internacional con la intención de construir los mejores hospitales y universidades del mundo e invertir en ciencias y diversos campos.

Es por ello por lo que se sigue importando todo tipo de perfiles profesionales de diversas nacionalidades, entre ellas, los españoles cada vez más encuentran su espacio, siendo los andaluces muy bien valorados. El sector de la construcción, aeronáutico y el turístico-hostelero son, sin duda, los más demandados para los españoles.

Carreteras, circunvalaciones, estadios de fútbol, hoteles, metros y otras infraestructuras están ahora en marcha.
Con 250.000 habitantes qataríes, el país lo importa todo a excepción del gas y el petróleo. Tras su independencia en 1971, se abrió a occidente hace unos pocos años al ser el país que más desarrollo ha experimentado del mundo arábigo por poseer la tercera reserva mundial en gas y petróleo. Aún está inventándose. Rocío Belloso, presidenta de Españolas en Qatar, compara el crecimiento de los dos últimos con el que se podría experimentar en un país europeo en doce años.

Enrique Casas decidió en 2012 enriquecer su experiencia profesional marchándose a Qatar para dirigir la empresa española de obra civil e infraestructuras Collosa. “Tenía experiencia en el mundo árabe y para mí era un reto poder seguir cultivando esta andadura internacional en un entorno cultural tan distinto al nuestro”, confiesa, refiriéndose también a su trabajo en Libia.

“Yo soy de Jaén, mi mujer es malagueña y en el entorno en que me muevo uno de cada cinco son andaluces” indica Casas; a la vez que opina que “siempre hemos sido una gente que le ha gustado salir fuera, no sé si porque nos hemos visto también obligados por la crisis y escasez de oportunidades de trabajo, pero cada andaluz cumple una misión aquí”.

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En cuanto a los dos grandes porcentajes de españoles, el jiennense asegura que giran en torno a la construcción y hacia la gran Qatar Airways. Otros, en cambio, dada la situación actual, han decidido hacerse su pequeño hueco a través de su empresa andaluza, asociándose con un socio local o “jeque”, puesto que, como añade Saiz, los qataríes son los dueños de la reserva petrolera.

No se cobran impuestos y la empresa te asegura una vivienda o liquidez para alquilarla, seguro médico y, si es necesario para el desplazamiento a la oficina, un vehículo, ya que es el único modo de moverse por Doha, la capital, especialmente cuando se alcanzan los más de 50 grados en verano.

Sin embargo, las condiciones laborales son muy variadas en función de la nacionalidad del trabajador, al igual, por tanto, el modo de vida. El sueldo por ejemplo, será el equiparable al que el trabajador pueda cobrar en su país, a pesar de que prácticamente todo lo demás pueda ser negociado al ser una de las zonas practicantes del “regateo”. Esto es algo que ha cambiado en los últimos años.

“Hace unos años era fácil que te dieran el doble de sueldo, ahora te vienes con lo que puedas ganar en España”, señala Casas.

Aún así, los occidentales sobresalen en el buen trato en todos los sentidos, siendo los anglosajones los más aventajados, mientras que los asiáticos, sobre todo nepalíes, hindúes,  y paquistaníes, son los que poseen peores condiciones.

Las viviendas, por ejemplo, son caras. “Un estudio puede costar desde 2.000 hasta 2.500 euros mensuales, por lo que una vivienda puede alcanzar los 4.000 o 4.500 euros al mes”, calcula, por su parte, Saiz.

“Si vas con familia, lo normal es que, si no te cubren el colegio de los niños, te cubren una parte”, explica Belloso, puesto que los altos costes de vida que puede llegar a asumir la empresa puede fácilmente superar el salario.

Aumentan las mujeres que se trasladan por trabajo

En el caso de Rocío Belloso, llegó por la quiebra de Spanair en 2012 en la que trabajaba su marido. Como él, la presidenta de la asociación estima que hay ahora unos 1200 españoles identificados en la embajada que trabajen en la compañía Qatar Airways.

La situación de mujeres que se trasladaban a Qatar porque sus maridos habían sido contratados es algo que se daba mucho hace unos años al no ser recomendable ir allí soltera a buscar trabajo, algo que no lo es tampoco para los hombres, pues lo conveniente es que les ofrezcan antes el trabajo, pero para las mujeres es aún más delicado.

“Para entrar en el país tienes que entrar con la esposorización”, que consiste en que el marido sea el último responsable si hay algún problema legal, por ejemplo, en un control de alcoholemia. “Si estás soltera, te esposoriza la empresa” añade la presidenta de la asociación de españolas.

De hecho, la asociación que ahora cuenta con más de 200 miembros, se creó en 2009 para dar acogida a las mujeres para ayudar a “sentirse más arropadas” y dar algunas recomendaciones.

Sin embargo, como relata Belloso, las mujeres que se han mudado allí por motivo de trabajo, y no porque hayan contratado al marido, han aumentado considerablemente en el último año. Al ser un país árabe notablemente conservador y sumergido en el patriarcado extremo, “es duro porque es un país muy machista, hay un código de vestimenta y te pueden multar pero en realidad solo te suelen llamar la atención”, cuenta, reconociendo que ha habido casos en los que algunos expatriados han tenido que regresar “porque no pueden con el hecho de que sea tan distinto, por ejemplo, para conducir por aquí es una locura”.

Esas “situaciones incómodas” con las que se puede encontrar la mujer por el código de vestimenta es una de las grandes rupturas con la cultura occidental junto a la prohibición de mostrar afecto conyugal en público o el vivir en pareja sin estar casados.

Pero para la mujer occidental “en principio no hay problemas, ni siquiera en cuanto al ámbito laboral, siempre depende de la persona con la que trabajes como te puede pasar en España, pero tienes un trato superior al de los ciudadanos”, garantiza.

Un día libre y 48 horas semanales

Por otra parte, además de que el país aún no está lo suficientemente profesionalizado, pues hay algunos “vacíos legales y administrativos al ser un país que se está haciendo”; Casas quiere advertir que el calor, el estar fuera de casa, el contraste de encontrarse con ciudadanos de una cultura tan distinta “que piensa diferente y entiende las cosas de otra manera, que van a otro ritmo”, junto a las escasas ofertas de ocio, hace “que se haga duro”.

Por regla general, a excepción de banqueros, profesores y algunas empresas que, como la de Casas, están proponiendo un sistema de rotaciones para descansar dos días semanales, el único día libre a la semana es el viernes.

Por tanto, “con 48 horas de trabajo, una semana se hace larga, sobre todo en invierno, puesto que es un país en el que anochece a las cinco y media o seis de la tarde y sientes enseguida que el viernes se te ha ido”, relata el empresario.

En cambio, los expatriados andaluces aseguran que hay otros muchos aspectos positivos, como la tranquilidad y seguridad que se transmite, ya que, sin ningún tipo de preocupación, se puede dejar el coche encendido, con las llaves puestas, para poder dejar en funcionamiento el aire acondicionado en pleno verano, o dejar el teléfono móvil solo sobre la mesa.

Aunque, como asegura Saiz, haya españoles allí que lleven unos siete años, “generalmente sueles estar aquí dos o tres años”, por lo que suele ser un destino temporal.