La presidenta de la Junta desoye los rumores de posibles pactos con el PP pese a que el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ya ha deslizado que «habrá pactos en beneficio de los ciudadanos».
A punto de concluir 2014, en menos de un mes dará comienzo 2015, un año especial por ser año electoral, a nivel municipal y general. Ante etos escenarios, comienzan las rueniones en pasillos y las cábalas de los grupos políticos para saber si podrán gobernar en solitario y si necesitarán de otras formaciones y, en este caso, saber con quién se pueden casar.
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, hasta el momento, se muestra firme en su intención de distanciarse tanto de PP como de Podemos. Este miércoles ha reiterado su postura en un encuentro ante los periodistas: «tan lejos del PP como de Podemos, igual de lejos me siento de uno como de otro».
No obstante, el escenario electoral andaluz no tiene el mismo horizonte temporal que el estatal, puesto que, superada la negociación entre PSOE e IU por los presupuestos, todo hace indicar que no se convocarán elecciones anticipadas y que los andaluces no decidirán hasta 2016. Hasta entonces, Díaz no tendrá que verse en la tesitura de posibles pactos, en caso de no obtener la mayoría absoluta.
Sin embargo, a nivel estatal, las cosas cambian. El auge de Podemos está movilizando la maquinaria de PSOE y PP de cara a las elecciones generales y eso obliga a hacer estrategias. En el PP parece que lo tienen claro: la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, no descartó en esta semana una posible coalición PSOE-PP a nivel estatal.
Por su parte, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha reiterado que «gran coalición no habrá, lo que habrá serán pactos en beneficio de los ciudadanos», pese a que, según ha reconocido Sánchez, los responsables de las grandes compañías le han trasladado la necesidad de «estabilidad» en la próxima legislatura.
Las dos grandes formaciones quieren protegerse de cara a una hipotética victoria de Podemos y, pese a que intentan reforzar públicamente sus diferencias, sobre todo entrando en tiempo de campaña electoral, se hacen guiños de complicidad que, llegado el momento, cristalizarán en coaliciones o pactos con el objetivo de alejar un enemigo político común: Podemos.