José Chamizo será relevado al frente de la oficina del Defensor del Pueblo Andaluz/SA

Presos, prostitutas y drogadictos. Inmigrantes, menores y discapacitados. En el papel más difícil de su carrera, el suyo no es el de un actor de reparto. Cuando se abre el telón, las cortinas dejan entrever a unos protagonistas que poco tienen que ver con la chacha vivaracha, el jornalero de sol a sol y el ‘manolito’ al que la vida se descubre ante sus ojos. Quizá en otros tiempos fueran protagonistas de la comedia inspirada en la Andalucía costumbrista de la época. Pero hoy ya no.

El retrato de la Andalucía de hoy inspira más bien una extensa letanía de pesares; una sarta de cuentas de un rosario roto en mil pedazos que se cuelan entre los pies de nuestros políticos como una china en sus zapatos.

«Necesito teatralizar la vida para no perecer», llegó a confesar en el reclinatorio, cuando ya había llevado a escena en medio centenar de ocasiones la realidad de aquellas mujeres sencillas de barrio a las que no parecía llegar la lucha de los movimientos feministas de mediados del siglo XX.

Entonces, un toxicómano le enganchó a la ayuda social e hizo que renunciase a enseñar teología. Su trabajo en una parroquia en el Campo de Gibraltar le mantuvo muy próximo a las necesidades de una tierra especialmente desafortunada. Una suerte de Andalucía chiquita como la conocemos hoy. O no será porque no hay dramas…

Quizá por eso de saberse guardián de confesiones de muchos aceptó, en 1996, colgar los hábitos y renovar una institución, la del Defensor del Pueblo Andaluz, en la que ya llevaba una docena de años Manuel Conde-Pundido. Andaluz y comprometido, en el ‘cura Chamizo’ se daban los principales requisitos que le harían superar el casting.

Y así es como cambió el púlpito de los altares por el del Parlamento, al que religiosamente ha acudido cada vez que le llamaban o su cargo se lo requería. «He nacido para esto», diría años después, visiblemente cómodo en el papel de un nuevo arquetipo.

En sus 17 años como pastor, sus prioridades han cambiado, tanto o más de lo que lo ha hecho la sociedad andaluza en todo este tiempo. De abanderar la lucha por nuevas conquistas sociales, José Chamizo pronto tuvo que dejarse la piel en la protección de derechos fundamentales.

Así, en los últimos meses ha estado de lado de los desahuciados, de quienes lo han perdido todo en la suerte sin suerte de las preferentes, ha puesto el acento en la vulnerabilidad de quienes se abren paso, de los más pequeños… También en las distancias cortas, ofreciéndose a mediar para que el tranvía de Jaén eche a andar o para que los vecinos de La Línea de la Concepción, en Cádiz, tengan su hospital. Su último caballo de batalla, una ley de inclusión social y una nueva ley de servicios sociales. Y un largo etcétera que le llevó a romper ante el Parlamento en una especie de Apocalipsis. «La gente está hasta el gorro de todos ustedes», llegó a decir antes de pasar del cielo al infierno.

Porque, la institución, a los once meses, resucitó. Tras casi un año de interinidad, su último milagro fue poner de acuerdo a quienes nunca coinciden en nada. Menos en esto. Menos en desahuciar a José Chamizo para dar «un nuevo impulso» a la oficina del Defensor del Pueblo Andaluz, se dice.

Entre los chismorreos de capilla se dejan frases para el mármol como la de Manuel Gracia, presidente del Parlamento andaluz. «El Defensor del Pueblo Andaluz no puede ser el paño de lágrimas de todo lo que provoque algún tipo de queja», quizá la muestra más evidente de lo molesto que resulta que alguien nos recuerde constantemente nuestros pecados.

Y, ante estas declaraciones, reacciones más o menos afortunadas pero siempre alejadas de la infantil diplomacia a la que otros, que no él, nos tienen acostumbrados. «Este ciclo político está terminado, hay que empezar de otra manera. La gente anda un poco enloquecida».

Medalla de Andalucía, siempre ha asegurado no estar «aferrado a nada en la vida». Y dota de argumento a quienes se refieren a él como el mejor defensor del pueblo andaluz. Otros, al menos, destacan su trabajo impecable y ya lo recuerdan como un hombre de voz valiente.

«Aquí es que la política tiene un alto nivel», dijo alguna vez José Chamizo. Por eso él incluso prefiere volver al teatro. Pero ésta vez al de verdad.

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...