Retrato de Luisa Roldán, conocida como "La Roldana"

Luisa Roldán, conocida desde el siglo XIX como «La Roldana», es considerada la primera mujer escultora y una artista pionera en su época.

El Archivo Histórico Provincial de Sevilla se suma a la celebración del Día de la Mujer trabajadora, 8 de marzo, dando visibilidad a Luisa Roldán, la primera mujer escultora reconocida y que sobresaldría por su sensibilidad para reflejar los sentimientos en sus obras.

Para mostrar sus inicios en la escultura se muestran los dos primeros contratos de encargos independientes y en los que destaca la mano de la escultora. Se trata de dos conjuntos escultóricos para las cofradías de la Carretería y de la Exaltación de Cristo, “misterios” que forman parte de los pasos procesionales de la Semana Santa sevillana.

Las circunstancias de la vida de esta sevillana, conocida popularmente desde el siglo XIX por el apelativo de “La Roldana”, la hacen destacar como una artista pionera en su época y cuyo prestigio ha perdurado hasta la actualidad. Según J.L. Romero Torres, “con su arte aportó una visión distinta de la representación religiosa, alcanzó un logro social al triunfar en una profesión reservada a los hombres (…)”.

Un oficio de familia

Luisa Ignacia Roldán nace en Sevilla en 1652, hija de Pedro Roldán escultor de prestigio del Barroco, de origen granadino afincado en Sevillla, en cuyo taller aprende el oficio y entra en contacto con artesanos y artistas de su tiempo.

De los once hijos que tuvo Roldán, solo ocho llegaron a una edad adulta, siendo las seis primeras mujeres. Esta situación llevó al escultor a fomentar la formación de sus hijas que como el resto de mujeres artistas de su época era imprescindible estar ligadas al oficio de la familia en la que nacían para acceder a la formación en el ámbito privado, sin tener que romper ninguna norma establecida.

Por ejemplo de las tres primeras hijas: Francisca Antonia, se dedicó al encarnado, dorado y estofado; Luisa y María Josefa a la escultura. Las tres desarrollarían su actividad junto a sus maridos escultores una vez casadas.

Circunstancias similares a Luisa tuvieron otras mujeres artistas de la Edad Moderna como Isabel Sánchez Coello (hija del pintor de cámara de Felipe II Alonso Sánchez Coello), las pintoras Margarita y Dorotea Macip (hijas de Juan de Juanes), la grabadora Ana de Heylan y María Eugenia de Beer, o las sevillanas Luisa Morales y María de la Concepción Valdés (hijas de Juan Valdés Leal), etc.

Artistas que comenzaron a formarse y trabajar en los talleres familiares, por lo que su actividad se diluye en el producto final cuya autoría recae en quien dirige el taller y firma los contratos y cartas de pago. Luisa Roldán, junto con Josefa de Ayala (hija del pintor portugués Baltasar Gomes Figueria, nacida en Sevilla pero que desarrollaría su carrera en Portugal) formaron parte del selecto y reducido grupo que alcanzaron reconocimiento en vida.

Obra y reconocimiento artístico

Luisa se casa en 1671 con Luis Antonio de los Arcos, hijo del maestro pintor de imaginería Luis Antonio Navarro de los Arcos. Ambos contaban con diecinueve años cuando contraen matrimonio en la parroquia de San Martín sin la presencia del padre de la novia, opuesto al enlace.

La determinación de Luisa en este matrimonio, recurriendo a la justicia para poder casarse, indica una mujer dispuesta y segura de sí misma, rasgo que mantendrá toda su vida. Luisa es la primera que se casa pero la mayoría de los ocho hijos de Roldán se encontraron con la oposición paterna, una posible hipótesis de los historiadores es que el escultor tenía reticencias a renunciar a su hija debido al incremento de encargos en esas fechas en su taller.

En los inicios parece que ambos trabajaron para el taller de Roldán hasta recibir los primeros encargos. Se destacan los dos encargos que documentalmente se identifican como obras independientes de Luis Antonio y Luisa. Es el caso de los pasos procesionales y conjuntos escultóricos de Semana Santa para las cofradías de la Carretería y de la Exaltación de Cristo, con la colaboración de Cristóbal de Guadix. Estos “misterios” representan una evolución con respecto a solitarias figuras tradicionales.

La obra de la escultora en la etapa sevillana no puede conocerse con precisión debido a la imposibilidad de contratar, siendo su marido Luis Antonio, como maestro escultor que pertenecía al gremio, el que concertara las obras. A su vez fue una ventaja que las dotes artísticas de Luis Antonio no llegaran nunca a ensombrecer a las de la escultora. Ambos factores posibilitaron que en estos años las obras realizadas se atribuyan por estilo a Luisa Roldán o al menos muestran la participación de la pareja.

Tras Sevilla, comienzan a recibir encargos en Cádiz consolidando la identidad de Luisa. Finalmente llegan a Madrid en 1689 donde es nombrada escultora de Cámara de Carlos II y posteriormente de Felipe V, consiguiendo el reconocimiento artístico que merecía y firmando sus obras, la mayoría en este periodo en terracota. Luisa se declaró pobre poco antes de morir el 10 de enero de 1706, el mismo día que la Academia de Roma, financiada por el papa Clemente XI, le otorgaba el título de “Accademica di Merito”.