Fachada del Parlamento de Andalucía, ubicado en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla. / SA
Fachada del Parlamento de Andalucía, ubicado en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla. / SA

Sevilla Actualidad entrevista a Francisco Cubero, profesor del departamento de Antropología Social de la Universidad de Sevilla, y a Pablo Font, profesor de Filosofía Política y Ética de la Universidad Loyola, para hablar de un 28-F marcado por el COVID-19. Con un desempleo juvenil récord en la Unión Europea (más de un 50%) y un PIB basado en más de un 70% en el sector de servicios y construcción, esta publicación se pregunta sobre el futuro de una Andalucía despojada industrialmente de recursos y expuesta a merced de las oscilaciones turísticas y de movilidad provocadas por el Coronavirus.

¿Cuáles son las prioridades para Andalucía?

Francisco Cuberos.: La prioridad absoluta es derrotar la pandemia. Pero también tenemos la necesidad imperiosa de abordar el drama económico de Andalucía que se traduce en paro, precariedad y emigración. Necesitamos preguntarnos si el modelo económico que tenemos nos sirve para cubrir las necesidades de todos. Yo personalmente pienso que no, y creo en Andalucía necesitamos otra forma de economía, que ponga en el centro la vida de las personas y los derechos de la mayoría social.

Pablo Font.: Tenemos una emergencia climática acuciante y nuestro sistema productivo basado en construcción y servicios nos hace aún más vulnerables ante una crisis medioambiental como la que estamos viviendo. Con la revolución digital, podríamos pasar de ser una tierra que vive del turismo a una zona explotada por su riqueza mineral. Somos un sistema productivo de tipo colonial con respecto a las burguesías del norte de España, a lo que habría que sumar el paulatino desmantelamiento de la industria andaluza desde los años 80, durante los cuales, ya en la actual Unión Europea, recibimos financiación para infraestructuras, pero no para industria.    

Somos un sistema productivo de tipo colonial con respecto a las burguesías del norte de España

Pablo Font

La Andalucía post COVID-19: Aprendizaje y lecciones

P.F.: Hemos aprendido poco, desgraciadamente. Como indica el autor Bruno Latour, esto ha sido un ensayo de un gran colapso socioambiental que puede venir, tanto por su origen, como por la propia naturaleza, la pérdida de biodiversidad y una globalización comercial que hace casi imparable la expansión de un virus. Además, la deslocalización nos ha mostrado lo vulnerable que somos al estar desprovistos de autonomía estratégica propia en la producción de artículos básicos por la debilidad de nuestro tejido empresarial, que además nos genera precariedad y temporalidad a modo de rueda de hámster.

F.C.: La pandemia ha puesto de relieve que necesitamos reforzar los servicios públicos esenciales que garanticen la salud como un derecho por encima de cualquier interés económico. Es hora de abordar en serio las contradicciones de un modelo social que nos obliga a elegir entre economía o salud. Si las familias andaluzas tienen que optar entre paro o contagio es que este modelo no nos sirve y la fuga de cerebro está asegurada.

¿Existe un proyecto político propio en Andalucía?

F.C: Cada vez más andaluces entienden la necesidad de un proyecto político propio. No para encerrarnos en nosotros mismos, ni para olvidarnos del resto del mundo, sino para pensar desde aquí en los problemas que tenemos y en las herramientas políticas para superarlos. Yo personalmente participo en el proceso de debate «Andalucía no se rinde«, que está impulsado tanto por organizaciones políticas como por personas a título particular.

P.F.: No tenemos muy claro quiénes somos, dónde vamos, ni de dónde venimos. No es necesario incurrir en nacionalismo excluyente, sino en el Andalucismo de Carlos Cano y Blas Infante. Una forma de ser humano, un nacionalismo universalista y no excluyente.

Por desgracia, los dos grandes partidos tradicionales, dependiendo de quién estuviera en el gobierno central, mantenían un perfil más o menos reivindicativo, pero no hay marca propia andaluza, PP y PSOE pertenecen a sus grandes casas nacionales y así se puede apreciar en el propio Congreso de Diputados donde nadie apuesta por Andalucía. Ni siquiera aquí, ahora, Bendodo o Bonilla encuentran un andalucismo que ellos tildan de “moderado” y lo podemos apreciar en los intentos institucionales de celebración del 28 de febrero. Mientras, ya hemos visto lo que ha pasado con el intento fallido de Adelante Andalucía, seguimos siendo la puerta trasera de España.

Cada vez más andaluces entienden la necesidad de un proyecto político propio. No para encerrarnos en nosotros mismos, sino para pensar desde aquí en los problemas que tenemos y en las herramientas políticas para superarlos

Francisco Cubero
IU y Podemos presentan su nueva marca en Andalucía, tras la ruptura con Teresa Rodríguez

¿Qué esperar del Estado para con Andalucía?

F.C: El Estado que se diseñó en la Constitución del 78 ha entrado ya en fase de descomposición. La ciudadanía ha asumido que la corrupción está enquistada en los cimientos mismos del sistema: en los principales partidos del régimen, en la banca, en las grandes empresas, en una parte significativa del poder judicial. Entretanto, el propio rey emérito sigue sin explicar qué hace en un país no democrático como los Emiratos Árabes Unidos, y las tensiones territoriales se agudizan y se atisba en el horizonte una crisis económica terrible. Andalucía necesita ponerse en pie y tomar la iniciativa.

P.F.: Poco o nada. No somos capaces de actuar hasta que no estamos en el límite. Mientras, pasa el tiempo, con complicidad, primero del PSOE de Andalucía que no lo vio claro y útil en términos electorales, y ahora el PP, que después de casi tres años gobernando, conserva la estructura básica andaluza.  Es curioso que nos citan otros partidos del norte, Esquerra Republicana o Teruel Existe, quienes mencionan cómo urge una conexión mediterránea mediante el corredor ferroviario que tanto se necesita desde Almería con Europa. Nosotros callamos y otorgamos escaños por Cádiz como es el caso de Grande-Marlaska.

¿Qué celebramos exactamente el 28-F y qué reivindicamos?

F.C.: El 28-F celebramos la culminación jurídica de una ilusión. El Estatuto de Autonomía para Andalucía representó en su momento la cristalización de todas las esperanzas que despertaron con la muerte de Franco y el fin de la dictadura. Por desgracia, el 28-F también empieza ya a representar una oportunidad perdida: el fracaso de un Estatuto que no nos ha permitido salir del vagón de cola. Seguimos padeciendo las cifras más altas de desempleo, de pobreza y desigualdad. Por eso el 28-F también debe ser sin duda una fecha para la reivindicación, que conecte con el espíritu del 4 de diciembre de 1977 y nos recuerde que somos un pueblo con nuestra propia identidad, con memoria y con dignidad.

P.F.: Celebramos el referéndum del 28 febrero 1980 que puso término a un proceso de reclamación de identidad como pueblo desde la Constitución de Antequera del Siglo XIX, durante la II República y el movimiento andalucista en pleno franquismo y en la Transición. Pero en los colegios ponemos a nuestros niños tostadas con aceite y listo. Tenemos que levantarnos, pero no para volver exclusivamente a abrir bares y hoteles. Y el riesgo del destino de los fondos de recuperación Next Generation de la Unión Europea es que se empleen en alimentar una maquinaria por la que estaríamos condenados al desastre socioeconómico y medioambiental sin remedio.

Contenido original EnAndaluz.es

Plumilla por vocación, he trabajado en radio, televisión y prensa on line. Profundamente europeísta y convencida de que el Periodismo es el motor de cambio de la sociedad y hay que salvaguardarlo. Para...