¿Se ha dado cuenta? La decisión de los andaluces en las urnas este domingo estará condicionada en menor medida por el papel que en la campaña electoral han jugado los partidos políticos. Si bien los partidos han movido ficha en el juego electoral, la ciudadanía se acerca al 25 de marzo con la imagen fresca de otros actores que enmedio de la situación actual condicionarán el voto.

Son unas elecciones exentas de debate. No se habla de Andalucía, y muy poco de proyectos políticos. Los partidos,  los dirigentes de la administración andaluza y hasta los sindicatos de clase han sido desplazados en una campaña electoral inédita.

La ciudadanía, desde las movilizaciones del 15M del año pasado, no ha parado de protestar en la calle por las políticas de subordinación a la banca y a la economía especulativa que desarrollan los grandes partidos, PSOE y PP. La indignación de los colectivos sociales, con independencia de su posicionamiento ideológico, ha desbordado a los sindicatos de clase Comisiones Obreras y UGT, y lleva por encima de éstos la bandera de la próxima Huelga General del 29 de marzo.


PSOE deberá resolver los espacios de poder y reconfigurar el puzle del aparato interno


Estudiantes y profesorado, universitarios, funcionarios públicos, desempleados, pensionistas, sindicalistas, jóvenes formados sin oportunidades de empleo, y demás colectivos sociales agitan las calles de una comunidad autónoma, Andalucía, que soporta un 30 por ciento de desempleados en su población activa. Cifras de récord, en desempleo, que tomarán en cuenta los andaluces a la hora de las urnas. De la crítica popular no se libran  los altos dignatarios sindicales de Comisiones Obreras y de la UGT genera controversia entre las bases  por sus decisiones durante el último gobierno de Zapatero.

La acción política en esta inusitada campaña electoral andaluza se ve desplazada también por el poder judicial. Los juzgados de Sevilla están al rojo vivo con  la investigación que lleva a cabo la juez Mercedes Alaya.  A golpe de filtraciones la prensa se prodiga en los pormenores de un supuesto robo continuado al erario público. Es la trama de los ERE fraudulentos y sitúa la corrupción política en las entrañas de  la Junta de Andalucía, desde el área de Empleo de la administración andaluza. Supuestamente, se desviaron millones de euros -repartidos a discreción por un ex director general de Empleo, Francisco Javier Guerrero, que lleva días durmiendo en prisión– sin que se haya depurado políticamente la responsabilidad: bien por obviar lo que se cocía en la Consejería de Empleo o por mirar hacia otro lado y permitir la anormalidad de la acción supuestamente fraudulenta.


Sánchez Gordillo (IU) apuesta por no dar su brazo a torcer en caso de que el PSOE llame a su puerta


El debate de los ERE cala en la calle, con la arenga de una oposición popular que se crece en cada auto judicial,  y se une a una mala política de comunicación por parte de  la administración andaluza y del propio aparato socialista. Junta de Andalucía y PSOE  se muestran incapaces ante la ciudadanía de  aislar lo que sería  la acción de una serie de responsables corruptos, y de distanciarlos de la erosión que esta supuesta trama provoca a su imagen institucional.

Esta circunstancia se agrava en un momento de especial debilidad para el PSOE en Andalucía donde a la crisis económica se une la crisis de liderazgo del partido. Ni siquiera la decisión de Griñán de convocar las elecciones separadas de los comicios generales para evitar el castigo a las últimas políticas del Gobierno de Zapatero logran poner coto a la progresiva pérdida de apoyo que reflejan las últimas encuestas de intención de voto publicadas.

La renovación fallida del partido en el 38 Congreso celebrado en Sevilla donde Rubalcaba fue investido nuevo líder del socialismo federal dio el golpe de gracia a las siglas en Andalucía. La apuesta del ala griñanista (con Susana Díaz y el presidente de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, a la cabeza) por la candidata Carme Chacón en este congreso y la ajustada victoria de Alfredo Pérez Rubalcaba, y con ella del ex secretario provincial José Antonio Viera,  lejos de cohesionar a los socialistas en Andalucía hacía pedazos el aparato. De manera notable en Sevilla -desde donde parte el candidato Griñán para su candidatura a la Presidencia- y a las puertas de las elecciones.

La división la escenificó el congreso provincial con la dimisión de Viera que deja en manos de una gestora al partido a la espera de resolver los espacios de poder y reconfigurar el puzle del aparato interno tras el 25M. En este contexto, los socialistas permanecen expectantes. En la campaña electoral observan -no hay golpe de efecto o actuación reseñable-  y lo hacen sobretodo a  los juzgados y a la presión de la calle.


Los populares evitaron entrar al debate andaluz que años atrás reclamaban con insistencia y se deslizan por el tobogán de las encuestas


Entre tanto los populares comandados de nuevo por Javier Arenas agachan la cabeza, evitan entrar al debate. Lo escenifica Arenas, pero también los cuadros inferiores, que no asisten a los debates en la RTVA (Radio Televisión de Andalucía) y privan a los andaluces de un debate, el debate andaluz, que años atrás reclamaban con insistencia. Con esta actuación el PP da muestras de cuánto podrá diferir el discurso amasado en 30 años en la oposición en Andalucía, de lo que pudiera ser la formación de un Gobierno de diferente color al socialista. Los populares se deslizan cómodamente por el tobogán de las encuestas.

La dramatización de la campaña electoral la ocupan otros partidos políticos. En  Izquierda Unida destaca el papel de José Manuel Sánchez Gordillo que por activa y por pasiva defiende el castigo al partido único que a su juicio representan PSOE y PP con las mismas políticas al servicio del capital. Un discurso, aseguraba Sánchez Gordillo el pasado 11 de marzo en Castilblanco, «revolucionario, porque hablar de reformas es siempre para meter la mano en el bolsillo de los de abajo» que no parece sostener su candidato a la Presidencia, Diego Valderas. El abanderado de los jornaleros, diputado andaluz por IU y alcalde Marinaleda, Sánchez Gordillo, es candidato por Sevilla y apuesta en la batalla electoral por no dar el brazo a torcer en caso de que urnas insten a los socialistas a llamar a su puerta.

Pilar González clama por el cambio desde el Partido Andalucista en Cádiz, una provincia gobernada por el PP donde paradójicamente se dan las cifras más altas de España en desempleo. El andalucismo renovado juega la carta por la izquierda para librarse de prolongar su travesía en el desierto: apuesta por la defensa de la autonomía en la administración andaluza para lograr la independencia de mercados y políticas centralistas. En el mismo espacio discuten votos los ecologistas con base en los movimientos ciudadanos en el caso de Equo, mientras que UPyD, la marca de Rosa Díez, puede dar la sorpresa al colarse en el Hospital de las Cinco Llagas con un discurso de racionalización de las administraciones y el plateamiento de devolver competencias al Gobierno central.

Con este cóctel de campaña, la fidelidad del electorado a los partidos políticos queda en entredicho. Si los andaluces acudían a las urnas como un ritual automatizado cada cuatro años, las del próximo domingo parecen unas elecciones impactadas desde diversos frentes. Su resultado será consecuencia de multitud de factores, inéditos, que con independencia de un cambio o no en el Gobierno andaluz suponen ya hoy un punto de inflexión en lo que supusieron anteriores citas electorales para Andalucía.

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