Se cumplen 200 años de la Constitución liberal 1812, que marcó el destino político de España y de Hispanoamérica abriendo la puerta al ciclo de independencias del siglo XIX.

El rey Juan Carlos de Borbón llamó al »espíritu de concordia y de responsabilidad política» del texto »con dimensión y vocación iberoamericana» en la ciudad de Cádiz donde asiste junto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy,  y las autoridades al acto central de la conmemoración del Bicentenario.

La Constitución de 1812 es la referencia del constitucionalismo liberal, sirvió de base a la configuración de las nuevas repúblicas americanas en el proceso de independencia y supuso el paso sin retorno de súbditos a ciudadanos libres.

Las Cortes Españolas -con representantes de los pueblos americanos- asumieron el poder enmedio de la crisis de legitimidad abierta en ausencia del rey Fernando VII, retenido por Napoleón, y abrieron un proceso constituyente desde 1809. Asediadas por el avance francés, fueron llamadas a reunirse en el Sur de España durante la Guerra de la Independencia. La Pepa, nombre con el que popularmente se conoce a la Constitución de 1812 por su proclamación en la festividad del día de San José en 19 de marzo, consagró por vez primera derechos fundamentales como la libertad de expresión, de asociación y de prensa para posibilitar el establecimiento de una opinión pública fuerte en defensa de unos poderes sujetos a la ley, no ilimitados, que residen en la soberanía popular.

El profesor de la universidad ORT de Uruguay y catedrático en periodismo digital, Daniel Mazzone,  reflexiona sobre el aporte de los 60 diputados, representantes hispanoamericanos, que participaron en el proceso constituyente de 1812, y pone en valor la incidencia de las Cortes de Cádiz en la proclamación de las repúblicas hispanoamericanas entre 1809 y 1812. En ‘Hispanoamérica: interpelación a los fundadores’ (Montevideo, Ed. La Plaza, 2011), Mazzone problematiza en la forma en que se llevó a cabo el proceso de independencia, la ruptura de las colonias españolas con la metrópoli y la atomización de las colonias que dieron lugar a la formación de diferentes repúblicas »débiles» en Hispanoamérica frente a la independencia de las colonias americanas del Norte que formaron Estados Unidos.

Se sacuden los mitos de la historiografía tradicional que sitúa a los caudillos como los vencedores del proceso de independencia hispanoamericano. Sigue los nuevos estudios críticos que discuten la responsabilidad de las élites criollas locales hispanoamericanas para hacerse con las estructuras de poder coloniales tras el proceso de independencia desplazando a los libertadores que perecieron olvidados en el exilio de sus pueblos.

«Se trata de una investigación controvertida por problematizar en el proceso que da lugar a la fragmentación de Hispanoamérica, cuestionar a los héroes, y a la gestación de repúblicas hispanoamericanas pensando por encima del dogma de la historiografía clásica y al discurso oficial tantas veces repetido que pretende ser coherente y útil a los intereses nacionalistas para la cohesión social», aseguró el doctor de la Universidad de la República de Montevideo, Romeo F. Pérez, durante la presentación del libro en la Universidad ORT. «Cuestiona desde el pensamiento crítico a los libertadores de América, se trata de un libro de Bicentenario que no responde a las exigencias de los programas de la conmemoración oficial; piensa críticamente para explicar algunos éxitos y un gran fracaso en la constitución de Hispanoamérica», sostiene Pérez.

La Constitución de 1812 equiparó los derechos y las libertades de los españoles bajo el paraguas del concepto de «ciudadanía» de una «nación», y sitúa el papel del estado en la búsqueda de la «felicidad» de sus habitantes.  La ruptura de las colonias hispanoamericanas con la metrópoli propició sin embargo »la formación de estados fallidos y dependientes», debido al papel que desempeñaron las élites criollas. Las estructuras coloniales del poder no desparecen ni disminuyen en las colonias españolas sino que fueron tomadas por unas élites criollas miopes sin un proyecto unitario, el de los libertadores, que desplazan a las élites de la metrópolis. La historia, no exenta de intereses, queda a partir de este momento al servicio de la consolidación del nuevo poder,  y se usa como instrumento homogenizador. «Hombres que no eran los héroes, nos enseñan en la escuela, tuvieron conscientemente algunas aspiraciones confusas que están en nuestras propias identidades, pero por encima de éstas, optan por unas instituciones representativas y democráticas entre 1808 y 1830-40 cuando la democracia era un mero proyecto insensato para las élites de pensamiento del mundo, sólo había un precedente y era EEUU», señala Mazzone.

Siguiendo el proceso liberalista abierto en el constituyente entre 1809 y 1812 que dieron lugar a la Constitución de 1812 en Cádiz, Mazzone destaca que las nuevas repúblicas si bien no apostaron por la formación de una única república fuerte e independiente, asumieron el gobierno de la ley y la sujeción al derecho y las libertades abriendo la puerta a la convivencia libre como ciudadanos con sistemas constitucionales. «Constituyeron los hispanoamericanos la primera ola de democratizaciones que luego no supimos consolidar, pero tuvimos esas aspiraciones y no la de los autoritarismos que dominaban Europa», afirma en este sentido el doctor Romeo Pérez.

En España, la ola liberal y democratizadora que plasma el texto constituyente de 1812 no se puso en práctica más de dos años. La llegada del rey Fernando VII y su traición al texto constituyente con el Manifiesto de los Persas devolvieron en 1814 la forma de poder a la monarquía absoluta, promoviendo este hecho la opción por la independencia entre las colonias hispanoamericanas.

Las luchas para evitar la independencia hispanoamericana en adelante dan lugar a un pronunciamiento en 1820 en la localidad sevillana de Las Cabezas de San Juan donde el general Riego debía embarcar con sus tropas para luchar contra los liberales hispanoamericanos. Lejos de luchar en el proceso de independencia de hispanoamérica, Riego dirige sus tropas a la capital del reino, Madrid, para forzar la reposición de la Constitución de 1812. 

El 14 de abril de 1931 con la proclamación de la II República se avanza en la lucha por los derechos y libertades en España retomando el espíritu de Cádiz que ahora conmemora el Bicentenario de la primera Constitución Liberal. Esta otra intentona democratizadora fue trágicamente abortada en julio de 1936 con la sublevación militar liderada por el general Francisco Franco, el golpe de Estado y la dictadura franquista impuesta hasta la recuperación de la Democracia y la proclamación de la Constitución Española de 1978.

La Constitución de Cádiz y la independencia hispanoamericana supone un punto de inflexión en la historia de los pueblos de los españoles de ambos hemisferios desde el siglo XIX, motivo por el cual es tiempo de celebración de la proclamación de los derechos y libertades que consagró La Pepa en 1812 y de la constitución de las repúblicas hispanoamericanas desde México a la Argentina.

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