José Antonio Viera, secretario provincial del PSOE de Sevilla, celebra la designación de Alfredo Pérez Rubalcaba como Secretario General del PSOE en el 38Congreso / Fotografía de Juan Carlos Romero

La designación de Alfredo Pérez Rubalcaba para la Secretaría General del PSOE en el 38 Congreso celebrado en Sevilla deja abierta una fractura en seno del partido ante las cruciales elecciones del 25 de marzo en Andalucía.

‘Unidad y cambio’ fueron las palabras repetidas por Rubalcaba en su primera intervención como secretario general electo de los socialistas. “La unidad ya la tenemos, ahora hay que emprender el cambio…”, continuó el líder que ha revalidado el apoyo que ya en la práctica le había cedido el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero en la última parte de su segunda legislatura en el Gobierno en calidad de vicepresidente y ‘superministro’.

“En los momentos difíciles, el PSOE ha apostado por Rubalcaba”, destacaba Bernarda Jiménez, de la Comisión Ejecutiva, en el 38 Congreso y en el compás de espera del resultado del escrutinio donde se decidía el futuro de su partido. La apuesta del aparato orgánico hacía tiempo que iba al compás de los vientos del viejo líder. En ese momento, José Blanco pasó a un discreto segundo plano y, en su lugar, emergía una mujer, Elena Valenciano, encargada de la dirección de campaña de las últimas generales. En la previa de este congreso, Valenciano ha sido parte de la delegación en apoyo del ex vicepresidente.

El largo rodaje de Rubalcaba en los núcleos de poder ha sido la avanzadilla decisiva frente al torbellino cuasi insurrecto generado por el efecto Chacón. “Sabíamos que íbamos a perder las elecciones, pero Rubalcaba era una garantía para salvar la estructura y recuperar el PSOE”, apuntaban algunos delegados para los que “dar un paso en falso” podría suponer un quiebre del partido.

En efecto, con Carmen Chacón había PSOE por hacer, a la izquierda del discutido discurso actual, y ése ha sido su punto débil. Los delegados han tenido miedo a la incertidumbre que supone abrir un tiempo nuevo y libre de tutelas. El papel de Chacón y su apuesta frente al ‘valor seguro’ que representaba Rubalcaba ha servido para abrir el debate en el seno de un partido acostumbrado en los últimos años al dictado subidos en el barco de las dos victorias electorales de Zapatero. Chacón logró sacudir los fantasmas de su partido y despertar la ilusión de algunos delegados por el ‘cambio’. No ha conseguido, sin embargo, evitar la solución de ‘transición’ que consolida el 38 Congreso.

En clave sevillana, supone un triunfo de José Antonio Viera en un momento en el que el liderazgo del secretario provincial estaba en entredicho por varios frentes: entre sus compañeros en el seno de la delegación provincial y de la autonómica, y por parte de la justicia por su vinculación en la trama de los ERE. Al otro lado ha quedado Susana Díaz, secretaria de organización del PSOE Andaluz y mano derecha del presidente Griñán, que con la complicidad del presidente de la Diputación de Sevilla,  Rodríguez Villalobos, y de los alcaldes, se la jugó por la apuesta municipalista de Chacón.

“Pepe, el lunes estamos trabajando para ganar las elecciones en Andalucía”, dijo Rubalcaba a un Griñán que asume con el pie traspuesto la precampaña de su candidatura a la Presidencia de la Junta de Andalucía. Está por ver si el nuevo secretario general encargado ahora del ‘cambio’ logra sanar a tiempo las heridas abiertas.

Mientras, Viera apretaba el puño del PSOE celebrando a Rubalcaba. Entre vastidores, la ‘unidad’ en la delegación socialista sevillana, y en esencia la andaluza, no pasa hoy de ser solo una declaración de buenas intenciones.

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