Alrededor de las once de la mañana con el calor acosando las espaldas el Parlamento andaluz acogía el acto conmemorativo por el 126 aniversario del nacimiento de Blas Infante, el Padre de la Patria andaluza. Un padre raptado por nuestros hermanos mayores, los políticos, puesto que el homenaje se desarrolló a puerta cerrada para los ciudadanos. A pesar de las emotivas intervenciones de los distintos grupos políticos que instaban una y otra vez a los medios que la ciudadanía debe ser un actor activo en la actividad política.
El patio central posaba con buena cara mientras los políticos de mayor calibre de Andalucía charlaban distendidos entre ellos, aunque el calor fue la gran protagonista del acto, el aspecto impoluto de todos los presentes desafiaba al mismo clima. El busto del homenajeado, situado en el punto neurálgico del lugar, se encontraba resguardado bajo una carpa y poco a poco se fue codeando con los portavoces parlamentarios y demás representantes de instituciones públicas que se disponían a ofrecerle ramos de flores como si de un santo más de la ciudad se tratase con alguna que otra reverencia incluida.
Llamamientos a la unidad entre todos los andaluces a la par de dedicarse recaditos entre los partidos parlamentarios hacían sonreír a la prensa en pie apilada que forzaba la muñeca hasta su máximo nivel, y a la cual no le hubiese importado representar una acampada al menos la hora de duración del acto, aprovechando la denominación de «indignado» que algunos portavoces le concedieron a Blas Infante.
Por si la esfera no era lo suficientemente solemne se añadió el plus de la música de cuerda, y la interpretación final del himno de Andalucía de manos de la banda Municipal de Coria del Río. Un himno único que nos da la posibilidad de admirar las cualidades cantarinas de Javier Arenas o del mismo José Griñán, aunque a decir verdad poco resonaron las voces tímidas de nuestros políticos. El sobresalto llegó cuando Pilar Gonzalez (PA) gritó a pleno pulmón «¡Viva Andalucía libre!» al concluir el cántico patriótico, al que los demás le correspondieron con un aplauso.