Carmen Fernández en su piso de Alcalá de Guadaíra / F. Amador

Carmen Fernández Cobacho es una vecina de la avenida Salud Gutiérrez de Alcalá de Guadaíra que vive atrapada en un piso cárcel. La separan de la libertad 55 escalones, los que hay desde el portal de su bloque al tercero sin ascensor donde vive de alquiler en una vivienda protegida de la Junta. A los once meses de vida, Carmen contrajo poliomielitis, lo que le dejó secuelas de por vida. A duras penas se desplaza con dos muletas. Sus brazos son también sus piernas y a sus 64 años ya no puede más. Salir a calle es para ella una tortura. Carmen vivía confinada desde mucho antes de la aparición de la Covid-19, por lo que la pandemia no le supuso grandes cambios: «me ofrecí a hacer mascarillas gratis», cuenta con una sonrisa a pesar de la compleja situación que soporta.

«Cogí el virus como muchos niños de aquella época. Mi madre me cuenta que como éramos pobres nos acostaba a los cuatro hermanos juntos y solo yo cogí la polio», dice Carmen para explicar los antecedentes de su actual situación: «Mi madre me puso en pie y me caí como un trapo». Siempre ha convivido con las secuelas de esta grave enfermedad pero, desde hace diez años, el día a día se le hace más duro. «Tengo muchísimos dolores» y «cuando subo las escaleras y llego arriba me harto de llorar». Recientemente acudió a Salud Mental para poner solución a la tristeza que le genera estar «atrapada». El diagnóstico de la psicóloga fue «Trastorno Adaptativo» y el tratamiento «la libertad», porque «no hay pastilla que cure esto», lamenta Carmen.

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Licenciado en Periodismo. Actualmente en Sevilla Actualidad y La Voz de Alcalá. Antes en Localia TV y El Correo de Andalucía.