El Kankourang es un personaje tradicional de las poblaciones mandiga. Ha sido respetado y temido durante generaciones, y está presenta en los momentos clave de la vida mandiga, como la ceremonia de circuncisión, la limpieza de los espacios públicos o la visita de alguien importante a la población. Sin embargo, la globalización y la influencia de otras culturas, han llevado a que el Kankourang pierda su carácter sagrado y mítico.

RedComÁfrica. El Kankourang, personaje sagrado y muy importante en la cultura mandiga. Etimológicamente, esta palabra está compuesta por dos sílabas: Kang, que significa ‘voz’ en mandiga, y Kura, ‘levantar la voz o gritar’. Esto último se refiere al grito que emite el Kankourang Kabunké. Este ser cultural mandinga es el personaje central del rito de la iniciación, por el que millares de niños se convierten en hombre a través de la práctica de la circuncisión, es decir, una ‘operación’ que consiste en cortar el prepucio del niño.

Durante la iniciación, los circuncisos deben superar además otra prueba. Ésta consiste en pasar varios días en el bosque bajo la supervisión de los sabios del pueblo, pero sobre todo del Kankourang. En este proceso es cuando se les enseña a los jóvenes adolescentes la valentía, la dignidad, la humildad y el respeto por el prójimo, y sobre todo, por las personas mayores. Es una ocasión especial, en la que deben aparecer todos en sociedad.

El Kankourang es un ser nacido de la armonía espiritual y cultural que encarna el espíritu del bosque sagrado mandinga. Durante estos ritos, el Kankourang está entre los protagonistas del proceso educativo en la gran parte de las etnias “mandinguizadas”, tal como los diola o los peuls. El Kankourang se presenta bajo la apariencia de un ser cubierto de los pies a la cabeza de largas tiras de corteza. Este disfraz de corteza está hecho por los propios iniciados para lograr que el Kankourang sea un ser sin rostro, un ser transfigurado al que han liberado de su envoltura carnal.

Este ser baila al ritmo del Diambadon, es decir, al ritmo de la danza de las hojas, siguiendo el ritmo de los tam tams, o lo que e slo mismo, de unos timbales. También hay instrumentos heredados de los diola, y que son el orgullo de los mandingas durante las festividades que marcan las ceremonias en las aldeas mandingas.

Este personaje simbólico aparece rodeado por un grupo de iniciados armados de palos y el cortejo le precede por las calles. El actor que lo representa sufre un trance durante el cual el público se mantiene a distancia.

El Kankourang está actualmente desapareciendo

Hoy día, el Kankourang ha quedado relegado a los iniciados. Sólo se conservan en algunas aldeas, donde este ser sigue siendo el guardián de su sistema tradicional, de la educación, moral o cívica.

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