Nuestro cerebro siempre mira primero a los ojos para reconocer un rostro. Así lo refleja un estudio de la Universidad de Barcelona que ha analizado las partes de la cara en las que se centra nuestro cerebro a la hora de reconocer los rostros de las personas.

Sevilla Actualidad. El cerebro reconoce los ojos. Es el modo en el que las personas nos identificamos unas otras. Es, de este modo, cómo el cerebro se adapta para sacar de cada cara la máxima información posible, y según un estudio realizado por la Universidad de Barcelona (UB), los datos clave para el reconocimiento están, en primer lugar, en los ojos, y después, en la forma de la boca y la nariz.

Matthias S. Keil, investigador del departamento de Psicología Básica de la UB, pretendía con el estudio, publicado en la revista norteamericana ‘PLOS Computational Biology’, encontrar en qué factores específicos se fija el cerebro al reconocer un rostro. Desde hace algunos años, se tienen constancia de que, para reconocer caras, el cerebro utiliza las frecuencias espaciales bajas, que son los componentes que constituyen cualquier imagen.

“Para reconocer una cara en una imagen”, dice Keil, “el cerebro se queda siempre con la misma resolución baja, unos 30 x 30 pixeles de oreja a oreja, ignorando la distancia y la resolución original de la imagen. Hasta ahora nadie tenía explicación para este fenómeno peculiar, y ése fue mi punto de partida”. Para poder verificar el estudio, Keil analizó un gran número de rostros, 868 de mujeres y 868 de hombres concretamente, para “encontrar regularidades estadísticas comunes entre las imágenes”.

De estas investigaciones, se puede interpretar que los rostros son los responsables de nuestra preferencia de resolución. Gracias a ellos, el cerebro, detectando ojos, nariz y boca, puede detectar a las personas y, por tanto, identificarlas. De ahí, Keil extrae que “el cerebro se ha adaptado de forma óptima para extraer la información más útil de las caras para reconocerlas”.

Por tanto, el cerebro extrae la información esencial para el reconocimiento facial principalmente a partir de los ojos y de forma secundaria de la boca y la nariz. Según Keil, si se tiene como ejemplo la fotografía del rostro de un amigo se podría pensar que cada detalle de su rostro es importante para reconocerlo. Además, los resultados indican que la información más útil se obtiene de las imágenes si su tamaño es de alrededor de 30 por 30 píxeles.

Este trabajo complementa un estudio previo publicado por el mismo investigador en ‘PLoS ONE’, que ya anticipaba que los sistemas de reconocimiento facial artificial dan mejores resultados cuando procesan imágenes de caras pequeñas, lo que significa que las máquinas podrían comportarse como las personas.

www.SevillaActualidad.com